Quién
pudiese cometer
la
locura que no encierra,
ser
la loca más cabal
del
albedrío de tus brazos.
Quién
pudiera sostener
la
locura del deseo,
ser
demente de esos sueños
sin
la reclusión del tiempo.
Escaparse
en el lúcido viaje
que
llegase hasta tu encuentro,
perderse
en el sin sentido oasis
parca
perfumada de tu aliento.
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Inmaculada
Jiménez Gamero
10
de Abril de 2014