y truena en el corazón.
No reconforta la piel
ni anima la cálida aurora.
Estalla de dolor
indiferente al mundo,
sobre la vía que acerca.
La misma que también aleja,
corre y más corre,
como si no hubiese herido.
Me duele el aire candente
del futuro perdido,
calmo la herida que brota
con la socorrida sonrisa.
No me busques,
me alejaré,
me marcharé a morir.
Donde no exista más que fin,
ni pare tren del porvenir.
Inmaculada Jiménez Gamero
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