No
es binario ni huele a traba aritmética,
no
es numérico ni posee clave alguna.
Es
una entraña que descompone el álgebra,
una
bitácora ahogada en miles de mares muertos,
una
brújula lamiendo los puntos cardinales
de una tierra que pierde el norte.
Es un laberinto que brama de apariencias mortales,
se cuelga
en paredes infranqueables,
y rabia
en las noches de plenilunio.
De
autodestrucción complaciente e inversa,
es un arrebato que penetra en el alma,
besa
el musculo tardío y nutre la sangre
sucumbiendo en la materia de la inspiración
para
impregnarse en el perfume del firmamento.
Se escapa por la ventana del sentimiento preso,
en
el enjambre de los tormentas encuentra su nido,
y falto de aliento arranca su queja en palabra
mientras pierde la existencia en un dolor encriptado,
como suicida que jamás resuelve su propia vida.
Volatizado
por palabras descabelladas,
se encuentra el código del poema,
se encuentra el código del poema,
por eso, irremediablemente,
mato su corazón cada mañana.
mato su corazón cada mañana.
Inmaculada
Jiménez Gamero
11
de Enero de 2014
Esa célula inexplicable que enraíza en el subconsciente y se precipita en cascada involuntaria por los pasillos del alma, esa semilla evolutiva que crece cada día trepando por la sangre hasta bajar a los pulsos, ese sonido, esa imagen , ese grito de cosas ignoradas o sueños rotos, ese conglomerados de sensaciones que solo la locura entiende quedan descifrados en los cuatro últimos versos de tu poema. Me ha gustado mucho princesa.
ResponderEliminarQué honor más grande!
EliminarMe ha encantado Inma, muy hermoso, preciosa cadencia de olas que llegan al alma dejando una suave caricia.
ResponderEliminar