jueves, 29 de enero de 2015

LA TARDE QUE CONOCÍ A LUIS LANDERO


Conferències col·loqui:   
Amb veu pròpia | Curs 2014-15.  
Escola d'escriptura Ateneu Barcelonès

Luis Landero  27 de noviembre de 2014
Presenta: Ricard Ruiz
Horario: de 19 a 21 h
Luis Landero (Alburquerque, España 1948)

Ciclo Amb veu pròpia  2014/2015 con el novelista Luís Landero. Traducido a varias lenguas, Landero es uno de los nombres esenciales de la narrativa española. Juegos de la edad tardía el 1989 (Premio de la Crítica y Premio Nacional de Narrativa 1990).
Caballeros de fortuna (1994), El mágico aprendiz (1998), El guitarrista (2002), Hoy, Júpiter(2007, XV Premio Arzobispo Juan de San Clemente) i Retrato de un hombre inmaduro(2010).
Posteriormente ha continuado publicando novelas y también artículos periodísticos, principalmente en El País, que ha reunido en diversas recopilaciones, como la titulada ¿Cómo le corto el pelo, caballero? (2004).



Cerré la puerta tras de mí y la lluvia me hizo pensar en el retraso que ella ocasiona en los horarios de las citas, no podía llegar tarde de ninguna de las maneras.  El tejadillo permitía que no me mojase mientras abría el paraguas plegable que nunca se acciona cuando más prisa tienes. Por fin conseguí abrirlo y subir los seis peldaños que me separaban del diluvio, y del coche. 
Siempre me ha gustado el sonido de la lluvia,  esas partículas liquidas reiterantes, cuyo sonido se modifica únicamente por el diámetro de las gotas. Dejé el coche en la estación y cogí los ferrocarriles que me dejarían a pocos metros de mi destino. Después, en el trayecto de tren me preguntaba. 
¿Qué se le puede preguntar a un escritor, que antes no le hayan preguntado? 
¿A quién se le ocurrió la muy legendaria y recurrente: qué libro se llevaría a una isla desierta?
Si me atrevía a preguntar, tenía que ser algo un poco original. 
No podía preguntarle sobre su último libro, “El balcón en invierno” porque no lo había leído, y preguntarle sobre otros no me parecía lo más conveniente.
Yo había leído “Juegos de la edad tardía” sobre los años 90 y numerosas columnas en el País, y aunque no era mucho recordaba perfectamente lo que el escritor me  transmitió en ese momento, y es la capacidad de sorpresa, la capacidad de sentir que en ese texto está el sentido exacto de las cosas.
En el recorte del País de unos días atrás, Landero decía que le hubiese gustado ser carpintero porque le gusta el olor de la madera. De forma automática, o como modo de buscar referencias que me aproximaran a él,  pensé que a mí también me gusta el olor de la madera, herencia de haber tenido un padre ebanista.
…¿Cómo fue el proceso de la novela? ¿Cómo surgen los personajes? ¿Qué quiere decir con esta novela? ¿Hay una transformación personal después de cada libro?...
Paro realmente, ¿tiene un escritor respuestas para todas las preguntas por sencillas o extrañas que parezcan?
Por fin llegue al Ateneu  Barcelonès, y a la hora indicada. Luis Landero comenzó una clase magistral “al calor de las palabras”, frase que repitió en varias ocasiones y que me pareció muy elocuente.
Dijo que escribir es descubrirse a uno mismo, hallar el mundo propio dentro de la literatura. Y para fortalecerlo  añadió la cita de Flaubert: “hay que encontrar los temas que conectan con nuestro temperamento”.
Dijo que la imaginación hay que entrenarla, que todos estamos condenados a ser originales por el simple hecho de ser diferentes. Regaló claves que mucho me han de servir;  apoderarse de las historias, recordar, sentir, enmarcar las cosas que alertan tu vida cotidiana como si fuesen cuadros, encontrar los meandros  del ser,  explicar los pasillos temidos de tu vida, observar mucho, concentrarse, y  cerrar puertas.
Habló sobre las “ciegas marcas” que todas nuestras acciones llevan, del tiempo recobrado a través de su “Balcón del invierno” y para esto último también citó a Proust,  apuntando incluso párrafos  de su novela “El tiempo perdido” como contraposición a su propio balcón.
Y todo ello desde la tremenda sencillez de un hombre que declara haber deseado ser un artesano de la madera,  y cuya pasión es la guitarra, pero que finalmente fue llamado para la literatura.  Quizás ello se deba a la necesidad de preservar el pasado, de prolongarlo, y no dejarlo caer en la destrucción.
Con aquella clase magistral llegué a mi casa, la lluvia ya había cesado, pero sus palabras repicaban dentro de mí con la misma naturalidad, y con el mismo calor que él me las otorgó.

29 de Noviembre de 2014
Inmaculada Jiménez Gamero



                                       







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