FOTO PROPIA |
Siempre
escuché hablar a mi madre
de
costuras y pespuntes.
Ella
cosía con su Singer
y
la tarde se vestía de luna.
Yo
odiaba a la aguja enrabietada
por
temor a que cogiera
sus
dedos tan bellos.
Mi
madre sin querer
no
me hizo libre,
me
sostuvo entre organzas de seda
y
enjambres de llanto contenido.
Mientras,
desde
el ático acristalado
que
vibraba con suspiros de volanta
yo
miraba allá afuera,
alejaba
mis ojos encerrados
hasta
la última estrella
de
mi pequeño firmamento.
Nueva
York, Boston,
tambores
de libertad,
Walt
Whitman en todas
las hojas del otoño.
Mi
madre ya guardó la vieja máquina
y
hoy me pregunta:
¿existe
la eternidad detrás de
esta ventana?.
Amanda Gamero
17 de Enero de 2015
SafeCreative
Simplemente precioso.
ResponderEliminarEs un pacer leerte.
Gracias Isa por dejar tu comentario, por estar aquí, de un modo virtual pero tan cercano como tú.
EliminarBella nostalgia evocadora. Precioso.
ResponderEliminarGracias Francisco, me alegro que te guste y que estés aquí comentando.
EliminarEsas madres abnegadas dieron paso a mujeres mucho más rebeldes, que no se conformaban con un destino de coatureras/ con toda la dignidad que eso conlleva/ pero que necesitaban ampliar horizontes como tú señalas tan bellamente en tus versos.
ResponderEliminarEsas madres abnegadas dieron paso a mujeres mucho más rebeldes, que no se conformaban con un destino de coatureras/ con toda la dignidad que eso conlleva/ pero que necesitaban ampliar horizontes como tú señalas tan bellamente en tus versos.
ResponderEliminarEsas madres abnegadas dieron paso a mujeres mucho más rebeldes, que no se conformaban con un destino de coatureras/ con toda la dignidad que eso conlleva/ pero que necesitaban ampliar horizontes como tú señalas tan bellamente en tus versos.
ResponderEliminarque bella poesía!!. Cuanto podríamos hablar de nuestras madres y sus maquinas de coser!.Admiro tu don de volcar en palabras los sentimientos!!Un placer leerte!
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