Como
la corteza del árbol
sus
ojos bebían la muerte.
Su
nariz fresca de tierra
que
husmeó el camino,
la
losa y el musgo,
reposaba
sobre mi brazo.
Y
su aliento se quedó seco,
y
mi alma colmada de agua.
Sonó
la palabra gracias
de
mis labios como susurro,
fuimos
cristal y nos rompimos.
Ya
no oigo hace tiempo el ajetreo de sus patas,
ni
su lengua agitada me persigue,
aunque
la mirada pétrea del final
vivirá eternamente conmigo.
(A mi querida Shuka, compañera canina
durante trece años).
9
de Diciembre de 2015
Inmaculada
Jiménez Gamero
SafeCreative
precioso, y completamente identificada en este poema, solo los ke perdimos un animal lo entendemos
ResponderEliminarEs verdad Katy, ellos dan amor que seres humanos no tienen. ♥ Gracias preciosa por estar cerquita.
EliminarEsos compañeros naturales, sensibles, guardianes, que se apoderan de nuestro corazón y lo enaltecen... bello poema amiga.
ResponderEliminarEsos compañeros naturales, sensibles, guardianes, que se apoderan de nuestro corazón y lo enaltecen... bello poema amiga.
ResponderEliminarTú bien lo sabes ♥
EliminarRecién entro a leer y porque he tenido perros en mi vida, me hago cristal, agua y pena por vuestra perdida.
ResponderEliminarRecién entro a leer y porque he tenido perros en mi vida, me hago cristal, agua y pena por vuestra perdida.
ResponderEliminarTú crear amor con esas palabras tan bellas, Poetas Nuevos ♥
EliminarDan tanto a cambio de una caricia. Me ha emocionado tu poema. Un beso.
ResponderEliminarMe alegro, Tite!! Por cierto, hace tiempo que no nos vemos...
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