como un murciélago en la cueva de la pesadumbre.
Esa hora en que no existe el futuro,
y lo más lejano es el violeta del horizonte
hecho añicos de recuerdos descompasados.
Esa hora en que no soy mujer, ni tierra, ni elemento,
y mi alma en una burbuja de paz inviolable.
Dos pulmones que susurran al aire,
un pequeño corazón que encierro
en la quietud de la vida expectante
ante un escenario que mi retina paraliza.
en la quietud de la vida expectante
ante un escenario que mi retina paraliza.
Esa tarde quieta en el equilibrio de romperse por la luz,
la golondrina, el perfume inminente a dama de noche.
Esa tarde que se quiebra ante mis ojos,
peleando por dejar simiente en la memoria.
Esa tarde que se olvida de que existo,
cuando aparece en escena la luna del cuento,
la luna burlesca, la luna que agrieta la melancolía.
Inmaculada Jiménez Gamero
24 de Septiembre de 2012
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