lunes, 23 de junio de 2014

PIEL DE POETA




Esa sorpresa de la luz
cuando la mañana otorga
la fruta recién cogida,
y se acerca a mi cama,
y besa mis labios de amante.
Ese despertar de mis ojos
al día que se emprende,
y se abre de poemas
como abanico al sol
de todos los amaneceres.
Esa inquietud que me mata
y rompe la tristeza
huyendo de mi misma
para vincularse al papel,
libreta escupida de miles
de barcos que desertan.
Ese dolor que me bate
enterrándome en palabras,
que gritan, y me ahuyentan  
de esta piel muda de poeta.


Inmaculada Jiménez Gamero
SafeCreative
23 de Junio de 2014


sábado, 21 de junio de 2014

ENIGMA



Seguro que la vida termina
y termina la resta con decimales
que milimétricamente acorta
el raído camino de los años sedientos.
Seguro que fui la gota de mar
que selló tus labios de hoguera,
salados de auroras,
y de albas tempranas.
Seguro que tengo en mis manos
el diamante de amor,
y tu cuerpo de bronce
que por abrazarte atesoro.
Seré inmortal en tus brazos
si me amortajan tus besos
en el transito final,
última guarida a ninguna parte,
madriguera invisible                                               
de donde nadie vuelve.

SafeCreative
Inmaculada Jiménez Gamero
20 de Junio de 2014


ETOPEYA DE MI MISMA




De mi infancia recuerdo especialmente el olor a tostadas, unas tostadas atípicas que yo misma me proveía sentada delante de la estufa de butano. En posición de budista dispuesta para la meditación, pinchaba un tenedor al pan y lo acercaba hasta la parrilla de la estufa, a los pocos segundos la rebanada ya estaba lista para poner aceite, y claro, con aquella temperatura no pasaba frío en todo el día. De lo que se deduce que me encantan las tostadas con aceite de oliva virgen, y que adoro en calor del hogar.

Unos años después, y cuando nos mudamos de piso, llegó a mi casa un artefacto que se llamaba, y se llama, tostadora. Nadie lo había visto antes, excepto yo, y es que estaba recién llegado de América. Había aparecido en una mítica serie televisiva que hacían en aquellos años, y que se llamaba “Con ocho basta”.  Entonces cuando la vi instalada en mi cocina, enseguida la identifiqué, y exclamé: < ¡Anda una tostadora!>. Mi madre contestó: < ¿Y tú cómo lo sabes? ¡Esta niña lo sabe todo!> De lo que se deduce que era, y creo que sigo siendo observadora.

Después vinieron las tostadas frente a la chimenea, otra modalidad que a mi padre y a mí nos gustaba disfrutar. En el enrejado de la lumbre disponíamos el pan que se iba dorando poco a poco, y que con unas tenazas volteábamos. Después frotábamos las rebanadas con ajo, y por último lo rociábamos del preciado “oro líquido”. Junto a un buen café con leche, manjar de manjares. De lo que se deduce que a veces vuelve el pasado, que somos parte de él, y que nuestro presente siempre se perfila sombreado por el ayer.
Luego llegaron las tostadoras automáticas, aquellas que en las películas de suspense siempre saltan cuando el supuesto asesino ronda la casa de la víctima. Así aumenta la tensión, pero las tostadas no se queman. ¡Estos Americanos!… ¡¿Será posible arruinar una tostada con crema de cacahuete?!  De lo que se deduce que pase lo que pase las tostadas nunca pueden quemarse.

Ahora me siento ante una taza de café con leche, acompañada de un pan humeante recién tostado y rociado de ese majar que se extrae del olivo, o árbol de la paz. El mejor comienzo para este sábado, sabadito, sabadete, que se presenta relajado, a no ser que los petardos previos a la verbena de San Juan, me saquen de mis casillas. De lo que se deduce que no me gusta la noche estruendosa, antigua y pagana, donde se hace homenaje al fuego, y se celebra el solsticio de verano.

21 de Junio de 2014
SafeCreative

Inmaculada Jiménez Gamero

miércoles, 18 de junio de 2014

AMISTAD


Tu amistad me trae recuerdos de colores,
la lluvia de plata deslizándose
por las escaleras de la memoria,
mojando mis calcetines rojos
impávidos ante la tormenta.
El paraguas turquesa como pavo real
ante la premura de una tormenta de verano.
El estallido azul del relámpago
de aquel cielo roto en mil pedazos.
El acantilado de tu sonrisa
hacia el refugio de mi encuentro.
Tus labios como amarantos,
bebiendo el blanco níveo
entre dientes de aguacero.
El verde de tus pupilas
inundadas del violeta de la tarde
sorteando el jade de gotas copiosas
en tus pestañas anegadas de zafiro.
Aguamarinas tus manos repletas
eternamente bautizadas
de tiempo ámbar y dorado,
en ese pasado que a veces se avecina
trayendo el agua de vida
de aquella amistad que revive en colores.



Inmaculada Jiménez Gamero
SafeCreative
18 de Junio de 2014




lunes, 16 de junio de 2014

"La Oruga azul": Eterno Gabo, por INMACULADA JIMÉNEZ GAMERO.

"La Oruga azul": Eterno Gabo, por INMACULADA JIMÉNEZ GAMERO.:


                  ETERNO GABO



Bajo el título de la novela
“El coronel no tiene quien le escriba”
(Pero tú tienes quien te quiera).
Eso escribiste en la página ciento setenta,
cuando me obsequiaste, mágico día,   
la joya resplandeciente de metal resonante,
timbre y voz de universal literatura.
No precisé el brillante,
ni el oro amarillo, o blanco,
“Yo no vengo a decir un discurso”
de tu falso, aparente, y simulado amor.
Todas las muertes son tristes,
la tuya sólo fue un adiós,
“La mala hora” un cruel  presagio,
encumbrada mi pena sin salvación.
Sembrada “La hojarasca” en tus sienes
que en los años venideros
yo encontraría el brillo y la luz
de unos labios sinceros,
llanos, sencillos, sonrientes.
Pero más vale haber amado y perdido
que nunca haber sostenido
de tus manos yermas el tesoro
que “Cien años de soledad” perdonarían.
Después  desapareciste,
cruzaste el Atlántico océano
para olvidarme junto al mar,
o revivir el viejo mundo.
“Relato de un naufrago” moribundo
ebrio de mi llanto,
con el estigma en la  piel del recuerdo
fue la “Crónica de una muerte anunciada”.
Los mares no entienden de amor,
las penas no se curan huyendo.
Deshojaste todas las flores
matando el “Otoño del patriarca”,
hasta que llegó el invierno. 
El frío con su manto gris
convirtió tus “Ojos de perro azul”
en burbujas sin corazón,
“Dejando el rastro de tu sangre en la nieve”,
las copias de unos días olvidados,
sueños con espíritu de cristal de Murano.
“El general en su laberinto” quiso
 que fueses momia en el libro del pasado,
o “El amor en los tiempos de cólera”
la traza, el poso y el desvarío
“Que bendita la manía de contar”.
Te marchaste amor olvido
pero me dejaste  al eterno Gabo,
Macondo existe, lo llevo de la mano,
“Vivir para contarla” amor,
soñar para vivirla.


Inmaculada Jiménez Gamero
SafeCreative




















miércoles, 11 de junio de 2014

EXTENSIÓN DE MI AGRADECIMIENTO PÚBLICO POR EL PREMIO RECIBIDO.





1º PREMIO DEL XXIII CERTAMEN DE POESÍA DEL CÍRCULO  ARTÍSTICO Y LITERARIO  “EL SEMILLERO AZUL”.
DEL 7 DE JULIO DE 2014.



…Amo la palabra, la amo con toda su dimensión. Con las palabras pensamos, con ellas amamos, nos comunicamos, y según como lo hagamos así somos. Con las palabras se trazan los versos que acuden a media noche para decirme…algo pasa, si no puedes dormir: construye versos.

Agradecer públicamente ha de ser una muestra escueta, donde exponer resumidamente una respuesta de compensación hacia las personas por las que sientes una deuda emocional. Pero el corazón me lleva más allá de lo meramente escueto en las palabras que pronuncié la noche del sábado,  y quiero ampliar dicho agradecimiento para llegar hasta lo más inverosímil, y a la vez importante.
Es el primer premio literario que recibo, no en cambio en mi trayectoria profesional.  Estos últimos (son varios), los recibí por un esfuerzo continuado de años en la ardua labor de gestionar satisfactoriamente la empresa de la que era gerente, y que me provocaron satisfacciones mercantilistas y de reconocimiento de equipo.
En cambio recibir el Primer Premio de Poesía del Semillero Azul es un reconocimiento emocional a mi esencia de poeta que nunca olvidaré, y que ha venido cargado de frutos imposibles de borrar.
En especial porque fui testigo de la gestación de este Círculo Artístico y Literario, cuyos miembros y poetas me dejaron un gran recuerdo, y marcaron mi espíritu poético.
A la primera que quiero hacer extensivo mi agradecimiento es a la causante de uno de los poemas premiados, mi hija Patricia Jiménez que desde que nació ha sido diana insustituible donde mis versos y cartas han ido dirigidos.
A la sonrisa sensible pero vigorosa de mi hijo, animándome con un: Mama lo harás muy bien, tranquila>. 
A la comprensión de mi marido, apoyándome en mis decisiones, y en mi vocación.
A mi madre que sin ser consciente, me roba gran parte del tiempo que quisiera dedicar a escribir, pero a la que perdono porque me aporta amor incondicional, y que me dijo al salir: <Estás muy guapa, tendrías que haber tomado una tila>.  Ella lo arregla todo con una de esas infusiones.
A mí hermano, el autor Jorge Gamero,  por ser cada día más auténtico, y por su comentario: <Fue un evento cargado de emociones y de sencillez. Mi hermana merece ese reconocimiento. Nació poeta y lleva toda su vida gritando en silencio su sensibilidad> Nadie mejor que él  conoce lo que desde niña llevo haciendo, y que no es otra cosa que encerrarme a escribir.
A mi hermana y cuñada Salvi, que cuando llegó a casa después del evento,  me envió un mensaje antes de dormir, que decía: < Estoy muy orgullosa de ti>. A ella por ser una heroína de mujer, que como muchas mujeres construimos las verdaderas historias de nuestras familias, con tesón, con fuerza, y con la labor diaria que representa llevar hacia delante; trabajo, hijos, vida.
A los miembros del jurado, en especial a su presidente Alejandro Ahumada, por considerar que mi trabajo debía de ser premiado, espero seguir cumpliendo las expectativas de esta vida de poeta que me ha tocado vivir.
A todos los que han organizado este evento, que perdurará en mi memoria, y que espero sea el comienzo de esa etapa de la que ya no quiero alejarme nunca.
A Maria Pilar Goméz de Miguel que también es miembro fundadora del Semillero, y que después de tantos años continuamos compartiendo el amor por el arte. Ambas somos compañeras de las tertulias literarias que organizamos cada primer martes de mes.
A la mirada cómplice de Granada Sandoval que sentada a mi derecha,  templaba con su mirada experimentada en estos lares,  mi nerviosismo a flor de piel. Ella fue la artífice del Semillero, además de presidenta fundadora,  y para mi es una madre espiritual, y amiga del alma.
A Cati Gómez García quien se empeña en llamarme “orquídea blanca”, cuyo significado me obsequia de femineidad, de verdad, y de transparencia, y que representa nuevos comienzos para la persona que la recibe. Su crónica revitalizante y enérgica como ella, cautiva por su frescura, y me inyecta de esperanza renovada. Su carácter jovial y su chispa son imprescindibles en los momentos que vivo.
A Encarnita Buges Ballesteros, por su presencia, bellísima rapsoda y mujer sensible, amiga de sus amigos y del arte de la palabra, quien se ofreció para leer mis trabajos, y que siempre tiene un comentario amable en sus labios.
A Genoveva Fernández compañera de tertulias y maravillosa actriz, con una vida admirable, y con una juventud inusitada de más de setenta años (nadie lo diría),  que quiere interpretar mis poemas. Ardo en deseos de escucharla.
A todos los amig@s que me han felicitado, y me han mostrado su cariño.
A Zuhair, el marido de Mar quien cargado de paciencia, (la que él tiene, y que desprende en su conversación sabia y pausada)  compró el papel donde se envolvió, lo que iba a ser uno de los regalos más maravillosos que nunca he recibido. Lo imagino seguramente eligiendo entre varios estampados, y decidiéndose finalmente por el de color malva, y de florecillas silvestres, considerándolo más apropiado para la destinataria.
A Mar Montilla que como broche de oro, me entregó un manuscrito en homenaje a nuestra amistad,  y a la que visualizo quemando el contorno del papel que rubrica nuestro cariño incondicional. También me entregó en exclusiva su primera novela aún sin publicar, y que es fiel testigo del conocimiento mutuo de nuestra existencia.   El gesto de Mar representa el mayor de los premios de mi vida, ser parte fundamental en el corazón de las personas que quiero.

Gracias a todos.

8 de Junio de 2014
Inmaculada Jiménez Gamero.




HONRAR LA VIDA 



Vuela mi alma

cargada de angustia,

en el ser de la mariposa.

Vuela a tu lado

acercándose a tu ventana,

como cada día.

Flirtea entre los cristales

de la lejanía,

poniendo dos te quiero

con el vaho de mi aliento

entre el aire y los tejados.

Vuela el desvelo

cada mañana

y lleva mi corazón envuelto.

Vuela el amor más grande

nunca interpretado…

entre las torres de alta tensión,

saboreando las lágrimas

que siempre me trago.

Vuela entre las alas anaranjadas

de mi cordura,

enjugándose de fantasías

y silencios locos,

tomando respiro

con el oxigeno prieto

de un alba contaminada.

Vuelo hasta allí

porque te siento…

porque solo mi ausencia

podrá hacerte entender,

cual es mi amor.

Me paseo todas las mañanas

con aquel propósito nunca vencido

que me lleva para verte,

con sus remiendos color desazón,

y su sonajero de vientre alado.

Desde esta fábrica de emociones,

solitaria, callada,

pero siempre vigilante.

Entre los nudos de mi estomago

lastimado y triste,

siempre querré volver al pasado,

de puntillas…

y verte jugar con las cosas

ya pérdidas.



En ese pedazo de vida 

que el reloj descuartizado quiso retener,

con su minutero lento de tardes 

de verano envueltas en juegos,

y  cuentos infantiles reflejándose en tu risa.

En esos días que te asomas 

tras las bambalinas de tus ojos

y mueves tu menuda existencia vestida 

del azul turquesa de tu mirada.

En ese pedazo de sueño de mis afectos ineludibles,

te encuentro entre las ramas erguidas de mi orgullo

como el bambú enaltecido 

queriendo abrazar el cielo índigo.

Cargada de alforjas de verdades 

y telas de oriente que te ciñen,

tatuada de fuentes de versos 

que yo impregno en tu piel,

embadurnada en briznas de pétalos violetas

y placenta aromática del perfume de madre brotando.

En este pedazo de mundo 

que hemos conseguido tú y yo

desde el minuto cero en que vistes la luz,

donde mi vida se alargó y se prolongó

como una sombra alzándose 

en mi descendencia de yedra,

como una savia diferente 

entre la sangre solitaria de mis manos,

como un susurro del mañana cantando entre voces, 

terciopelos de victoria.

En este pedazo de dolor 

que tomó relevo y te acogió a la tierra

como trato inherente al legado mortal y trasmutable,

en este espectro que lleva el viento cuando te alejas,

para traerte cada segundo 

al latido de mi corazón quebrantado. 

En este pedazo de piel embrionaria 

en que nos convertimos

cuando a través de nuestro cuerpo 

otro cuerpo se dibuja

y su llanto rompe las paredes convirtiéndolas 

en papel de seda,

creando un hilo invisible pero vibrante 

que traspasa el alma.

En este pedazo de vida 

que hace años me prestaron como emisario de amor,

mi útero eligió abrigarte 

para hacerte corresponsable de mi existencia,

para prestarte algún color 

que las vivencias juntas nos trajeron,

para hundir nuestros pasos por las arenas mojadas 

brillantes del atardecer

y crear ese surco de pisadas 

que nos llevará a amarnos 

por encima de todas las cosas. 



Mi camino se llama fin,

y no hay nada que se alcance.

Ninguna cosa permanece para siempre.

Se van los padres con su esfuerzo,

con su mensaje de amor en los labios.

Se van los amigos que te acompañaron

y compartieron fracasos.

Se van las cosas bonitas que perdiste,

lo imprescindible y lo menos importante,

todo se va.

La palabra nada se va extendiendo en el vacío

y es tan inmensa que la veo en todo el universo.

Tengo que honrar la vida…me digo,

y salgo besando el aire,

y miro más allá de la pupila,

y contemplo lo diminuto, la esencia,

lo inconfundible de vivir.


Inmaculada Jiménez Gamero.
SafeCreative