martes, 29 de septiembre de 2020

DÍAS DE REDENCIÓN DE TOMÁS SÁNCHEZ RUBIO

 


     La poesía es mucho más que un género literario de protagonismo estético. Se distancia del lenguaje cotidiano para buscar emociones remotas que nos proporcionan imágenes distintas a las que solemos ver, nos ayuda a mirar de otro modo al que estamos acostumbrados. Siempre digo que un poema es una historia comprimida que contiene un código de comunicación, podemos descifrarlo o creer que nuestra interpretación es aquella que el autor quiere transmitir, aunque no siempre sea así.                

     Cuando leo un poemario me gusta hacer una primera lectura, yo diría que a vista de pájaro, algo ligera, para situarme y obtener unas primeras impresiones “del poeta” (en este caso). Una vez que he sobrevolado el paisaje me adentro en esas historias como una espía en busca del motivo de la creación. Intento hallar el significado más próximo a la existencia de esas palabras situadas con esmero. Es una tarea que amalgama la experiencia vital del poeta y la mía propia al leer, por lo tanto, de esa gramática y arquitectura construyo mi realidad. Por supuesto habrá tantas como lectores.

     Mi lectura sobre el poemario de Tomás Sánchez Rubio, Días de redención, (2019, Ediciones La huida) me sitúa en las calles estrechas de su niñez, en la memoria infantil que se encuentra con el habitante liliputiense de aquella nación isleña de cuento. Lo que está claro es que Tomás consigue ordenar su mundo sobrevolando la patria de su niñez y su tierra, se redime en la memoria de los recuerdos. Porque la memoria, como la inocencia, tienen efecto retorno, como el flujo sanguíneo de vuelta al corazón.

     Él jura no volver a ser niño, pero al jurarlo se desdice con la misma rotundidad. En sus versos recuerda la copla del clavel como el olor humilde a calabaza, lo hace desde la voz que solo el amor puede traernos de la vida vivida. Deja palabras a su suerte en los libros que lee cuando el silencio le hace reconocer otros mundos imposibles. Acaricia al padre en la escultura, en los sueños, en las gardenias blancas, y en el pan de los domingos. Recuerda a la madre o madres en el nombre de Inés con su cara de lluvia, y en el de María, mujer trinchera. La claridad se la cede a los extraños amigos de verdad y a la siesta de la niña que juega a la vida incapaz de dormir. El insomnio y la despedida  para los corazones solitarios que duermen al raso, y las noches de paz a los ojos inquietos de niños colocando sus zapatos en las ventanas.      

     Curioso poema el llamado Nugae (cuestiones de poca importancia); lo relevante es lo sencillo en oposición a las “treinta monedas de Judas” o forma de traicionarse como conveniencia mutua entre dos. Y los paisajes, con su recia madera, con sus mirlos…escenario de padres a hijos, mientras llegan ocasos, siempre, —“bajo el ingrato e injusto sol de la memoria”—, hasta romperse la inocencia detrás de unos ojos miopes que observan el misterio que lo rodea.  El poeta adolescente descubre playas y se acerca a sus orillas, entiende que las fronteras son espuma; de un lado el agua, y del otro la arena. La puerta falsa de la casa grande con su patio de paredes blancas, y el otoño que buscaba salidas por su obligada carga de exámenes. Esencia, recuerdos de imágenes vivas, después de tanto después. Emociona visualizar a un poeta contando granos de arena en el cementerio Porte Sante. El joven contempla su propio nombre en un breve epitafio.

     Siempre subyace la nostalgia del ayer. Pero también ahonda en la necesidad actual de hallar algún salvador más allá de definitivos y definiciones, en el vacío desnudo de maltrechas almas —dice el autor.

     Tomás Sánchez Rubio consigue con Días de redención, redimirse en la memoria de los recuerdos desde la calle maltrecha de la infancia. Existe profundad en toda la obra; una puerta abre otra puerta y así hasta encontrarlo en la reflexión de la última batalla, en la de las calaveras y la resurrección: cosas mundanas —dice.

Los lectores de Días de redención tendrán la oportunidad de leer este poemario de gala que mantiene un puente entre pasado y futuro pero que está bien anclado en el presente.

     Los títulos de algunos poemas han servido a esta humilde lectora de tobogán de juego para comentar la interpretación de la lectura. Felicito a Tomás Sánchez Rubio por este excelente poemario que encierra el gran poeta que es, también por su calidad humana y por la humildad que posee, cualidad que debe tener el escritor de ley.

     Y como no me gusta hacer demasiadas entradillas literales de lo que el lector debe interpretar, solo destacaré parte del poema “Retorno a la inocencia”, que me parece memorable como tantos otros podía haber elegido:

Te dicen que en la vida

no te regalan nada;

que el cariño

hay que ganárselo

cada día con el sudor

del corazón.

Solo sé que lo difícil

se hizo sencillez

en el milagro cotidiano

que acontece y perdura

solo muy de vez en cuando

entre los seres que aman.

Tomás Sánchez Rubio se ha ganado mi cariño con el sudor de poemas como este.

 

 Amanda Gamero

 

 

domingo, 20 de septiembre de 2020

RESEÑA BREVE DEL POEMARIO "PALABRAS COMO VÉRTEBRAS".


Comienza el prólogo de Amanda Gamero a su poemario Palabras como vértebras (Ediciones Oblicuas, 2019) diciendo que “escribir es a menudo un dolor que abre heridas...”
Poesía rotunda en imágenes donde la realidad nos habla con humana sencillez. Lo pasado y lo vivido abren surcos profundos en la piel del alma con versos que son soles reverdecidos, témpanos de luz.
La existencia tal cual es. Toda una vida... Enhorabuena, amiga.

Tomás Sánchez Rubio