miércoles, 11 de noviembre de 2020

VIAJES DE UNA TORTUGA EN TIEMPOS DE PANDEMIA #yomequedoencasa

 

Fotografía de la red, desconozco su autoría.

     Soy una tortuga intentando encontrar respuestas que satisfagan mi lógica y el absurdo de tal afirmación. Mido la distancia hasta la libertad. Para mí todo depende de la temperatura ambiente, tengo un metabolismo lento pero mi memoria registra más de 200 millones de años. Me oriento por líneas invisibles dictadas por la tierra. Nada de lo que sucede me resulta nuevo. Presto atención a las hormigas. Llevan tiempo emitiendo sonidos de alerta a través de sus antenas móviles. Aunque parece que no pienso, pienso. Muchas veces lo hago durante mis desplazamientos, que son lentos según se mire, porque el tiempo, que no sé si mide la existencia física, sí que mide la frecuencia y la velocidad, entonces… ¿Qué es en realidad aquello que parece transcurrir en el interior de los relojes?, ¿es solo es un tic tac caprichoso?

     La búsqueda de una explicación cierta del mundo convierte al género humano en ¿racional?, también las tortugas de más de cien años lo cuestionamos. Todo aquello que se mueve es por una causa que da forma a otra causa, ¿Pero cuál es el motor de inicio? Esta no es una pregunta de tortuga, lo sé, debería de plantearla una mujer, una mujer lenta y no una tortuga pensante. Nadie creerá que me negué a ser humana, pero un día, sin esperarlo, desperté tortuga después de una larga noche de metamorfosis. Hasta entones moría en el eterno cuestionamiento del ser; “Ser o no ser, esa es la cuestión”, monologo del afligido Hamlet entre voluntad y realidad. Morir es dormir y qué sé yo si al morir soñamos como cuando dormimos, si fuese así debería estar muerta desde que nací. De hecho cuando llegué al mundo a mi madre no se le ocurrió otra cosa mejor que preguntar, o casi afirmar, ¿Para qué ha nacido si va a morir? ¡Cosas de tortugas!

El “ser” es aquello que sostiene la vida, la esencia y naturaleza de algo, pero…si el ser humano se supone que posee un alma. ¿Por qué hay tantos sin ella?, ¿serán zombies?, ¿gente que no sabe que está muerta?

     Futura, mi mejor amiga, murió en 2014 y nació en 1879. Un día me dijo que los poetas eran los educadores del pueblo antes de que existieran los filósofos. Ella pasaba largas temporadas en el agua, bajo el mar escuchaba los latidos de la tierra. Yo aún estaba con la observación de las hormigas, sobre todo me centré en escuchar su entonación energética, aunque también la forma distinta en que se diversificaban. Por aquel entonces ella ya hablaba del cambio climático, aunque todo el mundo estaba muy ocupado con la globalización. Sí, también las tortugas nos enteramos de la libre circulación de capitales y de la sociedad de consumo. De hecho, y como consecuencia de ello, unos turistas me compraron en Tailandia, lo acabo de recordar. Soy lenta. 

     Cuando el precio del petróleo cae es que algo preocupante va a ocurrir, es curioso.   En el planeta todo está relacionado, el aleteo de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo, pequeños cambios pueden ocasionar consecuencias devastadoras. La teoría del caos tan compleja como el universo, causa y efecto, o mis patas que se convierten en aletas cuando quiero nadar.

     Creo que los años nos dan una cierta experiencia, a unas especies más que a otras. Algunas desaparecen y otras están en vías de extinción, como el pangolín, que antes de extinguirse por completo parece que quiere hacer justicia de su linaje mamífero. De él utilizan hasta las escamas. Desde agosto no hay pangolines, parece que se escondieron si es que todavía sobreviven. ¿Y los gorriones?, ¿dónde están los gorriones?, ¿han salido huyendo de las ciudades?... ellos que eran tan urbanos. —eso me dijeron.

     De todos los animales el peor es el humano, alguno se salva, conozco a unos cuantos. Dicen que están dotados de pensamiento, pero si este se sustenta en la soberbia, qué ceguera llevan en este gran ensayo que es la vida en la tierra. Los virus también están sometidos a ensayos, dicen que algunos son de laboratorios. Los más letales anidan en la maldad y en sus siete pecados capitales. En el cuerpo de todos los animales, incluido el humano, existen billones de virus y bacterias, somos sus anfitriones y con ello va nuestra información genética. Fue un virus el que originó la vida. El mismo útero materno está formado por microorganismos que al salir al mundo absorbe el ser que nace. Los coronavirus siempre han existido en el reino animal, lo saben bien los veterinarios y científicos. Esta vez han mutado fuertemente. Cuántas veces más han de hacerlo en estos tiempos en que nada es lo que parece. ¿Por qué estos virus están matando a los humanos?; ¿fue por error o intencionadamente?, ¿qué ocurrió en Wuhan?, ¿es un arma biológica?, ¿un virus remoto con 5G?, ¿quiere el gobierno chino ser el amo del mundo?, ¿y el de los EEUU pretende acabar con las civilizaciones más antiguas del mundo?, ¿la OMS gestiona bien el sistema sanitario mundial?, ¿cómo va la competitividad mercantilista entre laboratorios?, ¿es la propia naturaleza la que selectivamente obedece a sus patrones?  Demasiadas preguntas, lo sé.

     Son preguntas de una tortuga iletrada de 106 años. De tanto rodar y rodar me he convertido incluso en mal pensada. Ya no sé qué pensar sobre todo lo que pienso. En 1920, cuando ocurrió la gripe española yo era muy pequeña, no las hubiera planteado, las circunstancias temporales cambian.

Hay científicos que afirman que el coronavirus es el resultado del meteorito que impactó en China en otoño de 2019, que trillones de partículas virales infecciosas permanecen en el espacio y que pueden caer a la tierra cada determinado número de años. También existe la tesis de lo que ocurrió en una mina situada en la provincia de Yunnan, China: seis trabajadores enfermaron debido a la sobreexposición con heces de murciélago que debían de extraer del interior. Días después, tres de los mineros murieron, pero el virus ya viajaba por el aire poco a poco, paso lento pero seguro se iba extendiendo. Esto ocurrió en el año 2012. El médico que los atendió describió los mismos síntomas que hoy están asociados al covid19. ¿Puede esto señalar, inducir, o  ser la prueba que confirmase la selección natural como origen de las pandemias?

     Todo y nada es posible o imposible, ninguna pandemia hace a la gente mejor, los que mueren siguen su tránsito irremediable, los que sobreviven olvidan con facilidad, o no, no lo sé.

¿Qué hay problemas ecológicos?, ¿qué hay escasez de agua?, ¿qué arde la tierra?; Posponer el problema es la solución, y, por supuesto, la culpa la tienen los políticos, siempre la tienen ellos, ocurra lo que ocurra la responsabilidad individual nadie se la atribuye.

     Si los seres humanos desaparecieran de la tierra solo cinco años el planeta florecería. Sin los virus y bacterias, sin embargo, este no existiría. Esa es la diferencia, y con eso quiero decir que el planeta sabe cuidarse solo, por lo tanto la tierra no los necesita. También las tortugas necesitamos de este planeta azul. 

     Estamos en el final de una era, daremos comienzo a algo nuevo, la calidad de lo nuevo dependerá de la voluntad de muchos. La salud está relacionada directamente con el daño ambiental, la mutación del corid19 es el resultado del daño a la ecología. El covid19 es un mensaje de corrección en la forma de vivir. Y si el planeta gana todo irá bien. ¿Esto se acaba? Si, esto se acaba, palabra de tortuga. El mundo necesita otras coordenadas, una nueva forma de pensar y de mirar, una gran terapia que cure a una sociedad que ha olvidado el espíritu, el alma y la razón. Aristóteles decía que el ser humano es la suma de esas tres cosas, pero entonces no existían los mercados de valores, ni tampoco traficantes ejerciendo de embajadores de bancos. La verdad irremediable en la punta de narices esperando ser vista por ojos cegados de vanidad. Como tortuga diría que hay muchos dueños de nada, y mucha locura en la sopa, sobre todo en la de tortuga. Sobran plasmas y faltan paseos por campiñas de girasoles, demasiados influencers y pocos crepúsculos en diferentes posturas, mucho maquillaje discutiendo con neuronas inservibles.

Si fuese humana, ¿Qué clase de humana sería? Creo que intuitiva, lógica, y sensible…no lo sé, no sé nada. Soy una tortuga y las tortugas somos muuuuuuuuy lentas.

     Parece que han homologado el título de político, pocos se lo merecen. Solo actúan en base a su lucha de poder particular, unos contra otros, ni se oyen. Un político que se precie debe llevar como asunto prioritario las ayudas a la ecología. Si les preguntasen a algunos de ellos no sabrían ni la razón por la que se fundó la primera democracia del mundo. ¿Quién se atreve a comprobarlo? Pues para documentarlos les contaré lo que me contaron de oreja a oreja. Parece ser que cuando la tiranía acabó en Atenas en el siglo VI antes de Cristo (todo es antes o después de él, así deben de situarse los humanos, ¿qué pasó entonces en el año cero?...) se propuso una reforma. Los atenienses crearon una asamblea de ciudadanos para gestionar la política municipal, pero aun así continuaron las guerras. Siempre las ha habido, pareciera que resultasen necesarias. Actualmente han adoptado otras formas menos sangrentas, aunque también hay de estas últimas. Son un Lucifer siempre atento, ¿acaso para que la fe tenga el protagonismo que requiere todo poder?

     Una vez fui a una iglesia preciosa muy cerca del mar, el párroco me invitó a salir a toda prisa (prohibida la entrada de animales). Hizo lo mismo con un chico discapacitado psíquico (no se dice subnormal) que me acompañaba en pantalón corto, al parecer no era correcta su vestimenta. Los dos salimos a disfrutar del oleaje que es otra forma de rezar, conectar con la naturaleza. Nadie aprende de nada, de nada se aprende sin vocación de aprender. Yo me quedo en casa y sigo en ella, porque mi casa soy yo, porque la llevo conmigo. Atrás quedaron los abrazos gratis, dicen que fueron buenos tiempos. Hacia delante parece que está el futuro, no sé yo, puedo morir en cualquier momento, llevo mi propio ataúd sobre los hombros. —El viaje es otra cosa—. Incrédulos al debacle, más de un millón de muertos en este planeta que se llama Tierra, y los ojos que saben mirar dicen que este planeta azul necesita ser querido, solo eso, querido. El resto corresponde a los seres humanos.

     Si es un sueño la muerte, sueñan muchos en estos días…”Morir es dormir. ¿No más?, ¿y por un sueño, diremos, las aflicciones se acabaron y los dolores sin número, patrimonio de nuestra débil naturaleza?...”

Me voy a nadar un rato, lentamente, como a mí me gusta. Espero no tener que esquivar muchos plásticos.

Amanda Gamero