martes, 30 de diciembre de 2014

DESFLORA LA VIDA

FOTO PROPIA

Esas dos espadas implacables
en el reloj encriptado del tiempo,
esas que se hunden
en arenas movedizas
de tantas noches que murieron.
Esas que te advierten que no hay mañana
y sentencian el lugar definitivo,
esas que lucen su circular recorrido
y que en su girar continuo
parece que digan sinuosas;
marchita, oxida, desflora la vida.

Inmaculada Jiménez Gamero
28 de Diciembre de 2014

SafeCreative

miércoles, 24 de diciembre de 2014

DULCE NAVIDAD

FOTO PROPIA

Si volviera a nacer,
entre las flores silvestres
construiría un mundo.
Rociaría el trigo
de ese olor navideño
a canela y almizcle
que impregnara el hogar
de buenas nuevas fragantes.
Para que no te marchases amor,
para que siempre fuese diciembre.

Inmaculada Jiménez Gamero
23 de Diciembre de 2014
SafeCreative


domingo, 21 de diciembre de 2014

PARA NO PERDERTE

FOTO PROPIA

pesar de que es probable que no existas
presiento tu compañía como atavío
en mis manos de olvido solitarias
que se cruzan abrazando el sinsentido.
Alguna vez me haces guiños en ojos desiertos
y es calor lo que siento mientras miras,
hasta que una suave lluvia difumina
el aliento que contuve para no perderte.

Inmaculada Jiménez Gamero
21 de Diciembre de 2014
SafeCreative


MORIR PARA VOLVER A NACER

FOTO PROPIA


Desde lo inmenso de esta oscuridad
el vacío se convierte en la muerte certera.
Allí donde los pies unidos desandan
los caminos que fueron plantaciones
de afanes andariegos.
Desde esta infalible ventana
donde el fin es tan bello como el universo
la eternidad se me antoja
el más ligero viaje de años luz
o regreso al mismo origen de la vida.

Inmaculada Jiménez Gamero
SafeCreative

20 de Diciembre de 2014

jueves, 18 de diciembre de 2014

GENERACIÓN SUBWAY


Nací en el año 1962. Contaba con algo menos de un año cuando llegábamos a Barcelona  procedentes de Córdoba. El viaje en tren fue una consecución tortuosa de veintisiete horas, sobre asientos que distaban mucho de ser confortables. La época no había entrado todavía en ergonomías razonables, y se conformaba con tablas de madera que iban adquiriendo el sufrido lustre, proferido por el constante roce con la ropa del viajero.  Durante el trayecto despojé a mi madre de una de las pocas pertenecías que poseía, lanzando por la ventanilla su valioso reloj Festina,  que la pobre embistió con resignación, asumiendo que más valía su madre, y  que también la había perdido.  Mi padre portaba una maleta negra como su destino que había llenado de calcetines negros y corbatas negras, promesa a su madre que acababa de morir, y de los recibos de los  pagos a cuenta del piso que creía haber comprado, y que resultó ser una estafa.  Creo que las grandes historias empiezan cuando se pone en marcha un tren hacía ese destino incierto que es la vida misma. Muchas veces me he preguntado cuánto  influyó la inmigración con mi familia a una ciudad que nos daba la bienvenida, pero que inevitablemente nos introducía, sobre todo a mis padres, en una larga trayectoria de sin sabores y de dificultades venideras. Yo era una niña demasiado sensible, recuerdo especialmente los malos momentos que de algún modo quería controlar; la muerte de mi abuelo cuando vino a visitarnos, la enfermedad de mis hermanos, la muerte de nuevo de mi hermana pequeña.  Las pérdidas y mis continuas preguntas me obligaron a encerrarme en un mundo oscuro,  donde la única salida era escribir casi sin saber hacerlo, y gritar tapándome los oídos en medio de clase, creyendo que no me iban a oír.
Pero hay un tiempo significativo en mi trayecto vital de estos últimos años, y es cuando la crisis azota mi vida. Tras la trinchera de una guerra económica que nos han impuesto inteligentemente para hacerse con el control, y atacando los aspectos más vulnerables de la economía,  nos han obligado de este modo a resistir bajo un índice de gran presión. Somos muchos, y otros han muerto. Me dije que no iban a acabar conmigo, y volví a subir a ese tren de mi procedencia que iba cargado de esperanza, y que me ha conduciendo por las estaciones de la frustración, las lágrimas, la impotencia, y la soledad, pero también de la literatura, siempre la literatura.  
                                       


Estar a bordo de este tren ha representado un regreso al pasado, para continuar por estaciones presentes y venideras. Espero haceros llegar un poquito de la ilusión y el respeto que me causa formar parte de esta “Generación”, y que queráis descubrir lo que ella encierra. Formo parte del volumen de poesía con mi recién estrenado seudónimo, “Amanda Gamero”. 
Somos Generación Subway.


Las primeras veces siempre son recordadas, hay muchas cosas que fueron la primera vez en la historia, cosas importantes que luego son insustituibles. Siempre hay una primera vez para todo. Hoy ha sido la primera que he cogido un libro donde está parte de mi esencia. Nunca he tenido prisa pero espero que no sea la última, mi metabolismo se ha acelerado, supongo que por el efecto de la adrenalina, eso me ha hecho feliz. Muchas gracias a Playa de Ákaba, Noemí Trujillo, Anamaría Trillo,  y a todos los que somos Subway.


TRAYECTOS DE VIAJE

I

Dicen que no salió del tren,
sus ojos transparentes de sapo
aún transmutan iridiscentes al final del túnel.
La última mujer que salió del vagón
se retuerce en la entraña de un pez
que se ahoga en su propia mortaja.
No hay ventanas que digan
si el alba ya cerró su boca violeta.
Las vías son cómplices de finales, 
los transeúntes son bichos
que miran cajitas con botoncitos.
El sol no llega a esta médula
donde las paradas calculan distancias.
Un hombre casi muerto aprieta su estómago,
y una adolescente con atuendo de vedette
dice que vende su cuerpo.
El acordeón de la joven rumana
rompe ese sonido de lamento
que tiene gastadas las galerías del alma.
Y hasta la música muere por dentro
de escuchar el dolor mudo, verso a verso.
Me palpo, miro mis manos, ausculto mi pecho…
morí ayer…ahora recuerdo…
fui la última mujer que salió del vagón
rumbo a un lugar incierto.   

II

Gris es el día,
como las hojas grises
que se desvanecen,
como gris es el árbol
abrazándose a la fábrica de cemento.
Gris es la vida por momentos,
gris es el parque sin niños,
gris el traje que visto,
gris es el cielo acorazado,
como gris el repartidor de lamentos.
Gris me sabe el sueño
y gris el vagón donde me siento.  

III

En esa distancia insondable
que nos separa del resto del mundo,
es el alma una grieta tozuda,
sonámbula de verbos,
trinchera de mis penas.
Mis ojos son como el agua
que llegan a la honda galería,
donde un tren perspicaz y nocturno
me distancia del auxilio de tus brazos.

IV 

Mueren las palabras en el metro,
se expanden en un espacio
de hormigón que nos envuelve
y mastican los reproches vegetales,
enquistados desde el infinito.
No dijiste: te quiero.
Retumban en el cerebro
los mensajes contenidos
de trampas mortales.
Cicatrices de palabras no dichas
que dibujan pasados
en burbujas de tiempo,
y que siempre regresan flotando.
Mueren ilusiones en las sílabas
al ser agitadas por el rencor.
Mueren las tardes
en el freno de la ira contenida.
Muere la verdad,
muere la mentira,
muere el corazón, muere, muere,
y no dijiste: te quiero.

V

Tráeme el tren de aquellos días,
y páralo en la estación de este acantilado,
evita que me lance al vacío
ante la infinita tristeza de mil por qués.
Cada recorte de tu voz
me lleva por todos los surcos de la melancolía,
y me asalta el verde de tus ojos de mar,
y la arena de playas atardecidas.
Tus pisadas de niña siembran preguntas,
mis respuestas se quedan en un hueco
siempre abierto que se llama  vientre,  
y que ahora, justo ahora, viaja por tus besos
que son los únicos que saben, cuánto te quiero.


Amanda Gamero













lunes, 15 de diciembre de 2014

COMO SI NOS HICIESE FALTA


FOTO PROPIA

Seguramente el tiempo 
que nos separa
nos devolverá a ese lugar
donde se apelmazan
calaveras sin testigo.
Entonces
nos encontremos sin prisas,
coseremos las palabras nunca dichas
con el alma protésica
de esa eterna noche
que es la muerte.
Y un órgano artificial
descompuesto en mil pedazos,
latirá mi amor por ti
socavando el aire en cenizas.
Errante en las sombras, amor, 
sin pasaje ni regreso.
No me preguntes allí,
qué hicimos mientras vivíamos,
ya nada importará
y hablaremos del calor
como si nos hiciese falta. 

Amanda Gamero
SafeCreative

15 de Diciembre de 2014