martes, 9 de junio de 2020

"PALABRAS COMO VÉRTEBRAS" DE AMANDA GAMERO, RESEÑA/PRESENTACIÓN EN EL LABERINTO DE ARIADNA.


 Ediciones Oblicuas. ISBN 978-84-17709-67-9

 



Recordando el 14 de Febrero, día de los enamorados y presentación de "Palabras como vértebras".


Bienvenida

Buenas tardes, amigos,  bona tarda, amics, socis, sòcies d’El Laberinto de Ariadna.

Hoy vamos a tener una tertulia poética muy “vertebrada”, ya que Amanda Gamero nos viene a presentar su ópera prima, el poemario, Palabras como vértebras, editado por Ediciones Oblicuas, dentro de su colección Alejandría Poesía. Un nombre el de esta colección que nos remite a un pasado clásico, a principios de armonía y equilibrio.

Y es que en la publicación de este libro parecen haberse conjugado los elementos: los que propiamente constituyen la obra y los circunstanciales -pero imprescindibles, porque hacen posible su edición−, para otorgar a este primer poemario de Amanda Gamero el carácter de elegancia impecable que tiene.

 

Semblanza biográfica:

Hoy damos la bienvenida a Amanda Gamero, nombre de pluma, que es el seudónimo de Inma Jiménez Gamero. Y todos los que hemos tratado a Inma -amiga y socia de El Laberinto desde hace años− conocemos su generosidad, su simpatía y su distinción natural. No obstante, hoy vamos a centrarnos en Amanda, con el permiso de Inma.

De Amanda podemos decir que es escritora vocacional y desde que tiene uso de razón va siempre con una libreta y un boli a mano, por lo que pueda pasar, aunque las nuevas tecnologías hayan incorporado el móvil a su utillaje de escritora.

 

Concepto de poesía:

Y es que para Amanda Gamero la literatura es y ha sido para ella una vía de escape, una manera de ampliar horizontes, de alcanzar otras percepciones, como ella misma dice, y muy bien, en su poema “Si supiese decir”, de Palabras como vértebras:

Si supiese decir

lo que siento,

diría caracola,

albatros,

justicia,

azul de paz,

venas de agua,

mar y espuma.

Un jilguero canta

en las caricias,

allí, suceden los versos.

Este poema contiene una estupenda definición de poesía, de la poesía tal y como la entiende Amanda, declaradamente lírica, porque nada mejor que el lenguaje poético de cada autor para explicar su propia obra.

 

Currículum literario

En cuanto al currículum de Amanda Gamero, podemos decir que Palabras como vértebras es su primer poemario, pero en 2014 ganó el primer premio del certamen poético “El Semillero Azul” y ha participado en diferentes antologías de la editorial Playa de Ákaba y Absolem Oruga Azul.

Aparte de poeta, es autora de relatos y miembro del Club Marina, un colectivo de escritores que ha publicado ya las colecciones de relatos tituladas: Los días lábiles (2016) y Lo demás son ciudades (2019).

Habitualmente también escribe en sus blogs: Te recuerdo Amanda y en Escritoras viajeras, en este último junto a otras escritoras.

  

La poesía de Amanda Gamero

He de reconocer que presentar Palabras como vértebras, me ha dado la oportunidad de acercarme de verdad a la poesía de Amanda Gamero, que, todo hay que decirlo, solo conocía por algún poema suelto que nos había recitado en las sesiones de micrófono abierto y por algún otro sitio en la red, pero, en cualquier caso, no dejaba de ser un conocimiento muy somero sobre su trabajo.

Por tanto, soy totalmente sincera cuando digo que la poesía de Amanda Gamero me ha sorprendido, y mucho, porque en los poemas de Palabras como vértebras me he hallado con versos llenos de ímpetu, con metáforas brillantes, contenidos en versos cuidadosamente dispuestos. Y no porque formalmente estos versos se atengan a una métrica -ya que la poesía de Amanda Gamero sigue el esquema del verso libre−, sino porque en ellos es palpable su atención al detalle, a la palabra precisa, a la creación de un poema donde forma y fondo se entrelazan para formar un todo interconectado entre sí. Como debe ser en la buena poesía.

Hace algún tiempo, Mónica Ivulich (quien hoy, desgraciadamente, ya no está entre nosotros) hizo una entrevista a Amanda Gamero para su blog. En ella queda patente cómo la aspiración de Amanda es trascender con palabras la realidad más inmediata. De hecho, nuestra tertulia lleva por título: “Lejos del lenguaje cotidiano” tal como Amanda define la expresión poética. 

Y a esto yo añado que para conseguirlo es necesario utilizar estas palabras, el lenguaje poético con pericia, con la precisión de un cirujano que conoce su materia prima, que sabe por dónde cortar, cómo restañar la palabra herida y en qué lugar debe coserse ese verso, sin que se advierta el pespunte, sino que el resultado tenga el primor de una labor; acabe formando un paisaje sugerente, lleno de evocaciones, tal y como sucede en este poema que nos habla también de costuras:

Siempre escuché hablar a mi madre

de costuras y pespuntes.

Ella cosía con su Singer

y la tarde se vestía de luna.

Yo odiaba a la aguja enrabietada

por temor a que cogiera sus dedos.

Mi madre, sin querer,

no me hizo libre;

me sostuvo entre hilos

y enjambres de telas.

Desde la buhardilla del ático,

observatorio de mi utopía,

lanzaba el alma a las estrellas,

dintel de un firmamento rebelde.

Nueva York, Boston,

tambores de libertad,

Walt Whitman en todas las hojas del otoño.

-Mi madre ya no cose, y hoy me pregunta

si existe la eternidad detrás de alguna ventana−.

 

‘Palabras como vértebras’

Centrándome en el poemario que hoy presentamos, Palabras como vértebras, en su estructura y composición, debo decir que Amanda Gamero ha seguido un esquema basado en los cuatro elementos: aire, tierra, agua y fuego, en este orden. De acuerdo con este principio, con las cualidades que a estos elementos otorgó Paracelso en el siglo XVI -una teoría que se ha vuelto recurrente- Amanda  organiza su poemario.

Preliminares

Previamente, sin embargo, encontramos un preludio (escrito por la autora) y una cita de Walt Whitman (extraída de su poemario-emblema Hojas de hierba). Ambos textos nos preparan para el contenido que viene después.

En la cita de Whitman se habla de los cuatro elementos, que la autora ha utilizado como hilo conductor para estructurar su libro, al mismo tiempo que se alude al valor de la palabra.

Y, a modo de epílogo, leemos al final del poemario un texto de Felipe Sérvulo, titulado “¿Palabras?”, en el que se hace hincapié en la “verdad” de la poesía de Amanda. En opinión de Felipe, es una poesía que “prevalece en los rincones”. También este epílogo habla de “sencillez” y de poesía para compartir. Y que son las palabras las que aguantan la estructura de la vida, concepto muy importante que justifica el título del poemario y que yo comparto.

Algo destacable en Palabras como vértebras, es cómo cada apartado va precedido de una cita que explica, anticipa de algún modo, lo que viene después.

1)  En su primera parte, el aire, el título es: “Del aire y las ideas”, y va precedida por una cita de María Zambrano, Doña María Zambrano, como la llamaba Camilo José Cela. Una cita reveladora del pensamiento poético de Amanda.

Aquí nos encontramos el primer poema, el que da título al poemario, con el que comparte título, en el cual advertimos una evolución: del estado de la materia: “Solo la piel me dice que estoy aquí”, se va evolucionando hacia un estado de introspección que acaba ahondando en el interior de la poeta, para acabar con el verso que nos cuenta: “Me encierro en mí que soy mi casa, / llego hasta el alma de este desierto / y encuentro palabras como vértebras.”

En general, en los poemas de esta primera parte abundan las flores, los animales (insectos, murciélagos, ratones). Pero también hacen acto de presencia la luna, los astros, en un discurso existencial que plantea el antagonismo entre el ideal al que aspira la poeta y la realidad: “No hay distancias en el cruce / de dos direcciones opuestas.”

Un cierto tono onírico, misterioso, envuelve esta poesía, con acento surrealista:

 

Subir en avión un día transparente

que las nubes tengan forma de arteria,

y que alas gigantes,

blancas y amarillas,

crucen ese azul,

que bien pudiera ser el de tus ojos.

 

2)  La segunda parte corresponde a la tierra y se titula: “Heredamos la tierra”. Va precedida de una cita de Miguel Hernández.

La presencia de la muerte es constante en esta segunda parte, también el recuerdo y la añoranza de los seres queridos: el padre, la madre, la mascota Shuka (poema “Shuka”, pág. 52).

La desazón vital alcanza a toda la humanidad, y Amanda se solidariza con los muertos de Nepal, de Siria, donde la guerra produce devastación. Aparece recurrentemente una preocupación social que la apega a esa “tierra” a la que alude el título de esta parte. La desesperación impregna la voz poética y clama por la injusticia y la impunidad en que nos vemos sumidos, como queda patente en este fragmento del poema “Nepal medita muerte” (pág. 54):

           

 

            Las casas son bocas que mastican muerte…

            mientras mueren y siguen muriendo;

            los muertos lejanos,

            que antes de morir ya lo estaban.

Me gusta y me parece tremendamente eficaz el modo en que Amanda resuelve poéticamente lo terrible de la situación, mediante esa paradoja, que contiene la incongruencia temporal de “morir lo que ya estaba muerto” y que nos obliga a reflexionar.

Para mí este tipo de recursos poéticos (la paradoja, la antítesis) es uno de los aciertos de su poesía, no solo por la intensidad lírica que aportan, sino por la profundidad y el acento de misterio que transmiten a sus versos.

 

3)  La tercera parte, la del agua, se titula “El agua que se escapa”, y esta vez va precedida de una cita de Gloria Fuertes, que incita a la acción poética: “Poetas, no perdamos el tiempo, trabajemos, que al corazón le llega poca sangre.”

 Sin embargo, esta es la sección del dolor: lágrimas, tristeza, incluso angustia. Andanadas de pena con H2O. Unas veces es el yo poético quien se expresa; en otras ocasiones se alude a terceras personas, pero con igual carga emotiva. Predomina la melancolía, no complaciente, no conformista, sino una tristeza que arrasa el yo poético, en profundo desacuerdo existencial.

Destaco el poema que abre este apartado, titulado “Séptimo intento de suicidio”, que, además, va con dedicatoria (pág. 65). Estremece por la historia que narra: “¿Qué te cuento que no duela / mientras acaricio tu pelo negro” y más tarde: ”-Solo fue uno entre siete intentos-“

 

4)  La cuarta y última parte es la dedicada al fuego. Su título es: “Esencia del fuego”, precedida de una cita de Pablo Neruda, con sentido panteísta.

A modo de colofón, el fuego inflama los versos de Amanda. Hay amor, pasión, recuerdos encendidos: “Soy la bruja buena del aquelarre de tus labios” (“Aquelarre de tus labios”, pág. 91).

No obstante, este mismo fuego que arrebata de felicidad al yo poético, es también comburente para las elegías con las que cierra el poemario: “Apodemia” e “Inmanente a los dos”, dedicados a Mónica Ivulich y Enrique Clarós, respectivamente.

Nuevamente, en el poemario, y en esta cuarta y última parte, lo antagónico hace acto de presencia, y del amor pasamos a la desolación.

 

 

Conclusión:

Quizás el mensaje final de Palabras como vértebras quiera expresar cómo nuestra vida transcurre sobre una delgada línea que nos eleva al aire o nos incendia (para bien o para mal), y que al final sea la palabra, en su función de columna vertebral, la que nos mantenga en pie.

Creo que para Amanda Gamero así es.

Los elementos que tradicionalmente constituyen la “vida” están presentes en estas Palabras como vértebras, y seguir el curso de sus versos es adentrarse en su alma. 

Yo os recomiendo su lectura, y aplaudo la sincera emoción de todo el poemario, así como la creatividad, hondura y originalidad de su obra.

 

          Dolors Fernández 
Presidenta de El Laberinto de Ariadna