miércoles, 13 de enero de 2021

FELINA MUERTE SÚBITA


 

     Creación y caos en el temblor, las hojas simulaban un murmullo definitivo. Se rompían los segundos al cobijo del tabique de apoyo. Todavía el sol calentaba sus orejas puntiagudas y el aire rozaba su cara felina al descubierto, placida, como de no haber sufrido. Su pelo gris, ella, tan pequeña, en pocos minutos quedaría sepultada por la dignidad de la tierra que acoge a todos los seres.

     Era una gatita temerosa y asustadiza. Poco a poco aprendió a confiar en mí, cuando por ausencia de su dueña me oía entrar canturreando la misma frase. Yo llegaba en medio de su soledad para atenderla, sabía de mi esmero por evitarle el miedo. Al principio se escondía en lo más alto de los muebles de la cocina. Pasaron los años y se volvió más confiada, supo agradecer mi paso por su vida como yo la suya por la mía.

     El pico y la pala cavaron la tumba donde descansa en la eternidad de los gatos. La acomodé con su sudario marfil, por si el frío… La sencillez del epitafio escocía como pimienta molida sobre una herida. Y me arrodillé para cubrirla de la tierra que leve ha de serle. Duelen todos los adioses eternos, también el de una gatita. Ojos de selva, latidos de naturaleza, párpados que se cierran y abren ligeramente para decir, gracias, estoy feliz. Comunicación poética o eso me parece cuando veo belleza.

     No eras mi mascota, las dos nos cruzamos como se cruzan los caminos y te estimaba gatita linda, y te cuidé como si lo fueses. Conmigo tuviste que morir, tu anciana madre humana no te encontró sin aliento, ella todavía cree que estás gordita y juegas con Lukas.    

     El enterrador y yo compartimos un mismo vacío, era la gata compañera de nuestra madre. Cómplices, la vida nos dio limones para llorar con lágrimas de recuerdos.


Amanda Gamero

 

 

 

 

 

miércoles, 11 de noviembre de 2020

VIAJES DE UNA TORTUGA EN TIEMPOS DE PANDEMIA #yomequedoencasa

 

Fotografía de la red, desconozco su autoría.

     Soy una tortuga intentando encontrar respuestas que satisfagan mi lógica y el absurdo de tal afirmación. Mido la distancia hasta la libertad. Para mí todo depende de la temperatura ambiente, tengo un metabolismo lento pero mi memoria registra más de 200 millones de años. Me oriento por líneas invisibles dictadas por la tierra. Nada de lo que sucede me resulta nuevo. Presto atención a las hormigas. Llevan tiempo emitiendo sonidos de alerta a través de sus antenas móviles. Aunque parece que no pienso, pienso. Muchas veces lo hago durante mis desplazamientos, que son lentos según se mire, porque el tiempo, que no sé si mide la existencia física, sí que mide la frecuencia y la velocidad, entonces… ¿Qué es en realidad aquello que parece transcurrir en el interior de los relojes?, ¿es solo es un tic tac caprichoso?

     La búsqueda de una explicación cierta del mundo convierte al género humano en ¿racional?, también las tortugas de más de cien años lo cuestionamos. Todo aquello que se mueve es por una causa que da forma a otra causa, ¿Pero cuál es el motor de inicio? Esta no es una pregunta de tortuga, lo sé, debería de plantearla una mujer, una mujer lenta y no una tortuga pensante. Nadie creerá que me negué a ser humana, pero un día, sin esperarlo, desperté tortuga después de una larga noche de metamorfosis. Hasta entones moría en el eterno cuestionamiento del ser; “Ser o no ser, esa es la cuestión”, monologo del afligido Hamlet entre voluntad y realidad. Morir es dormir y qué sé yo si al morir soñamos como cuando dormimos, si fuese así debería estar muerta desde que nací. De hecho cuando llegué al mundo a mi madre no se le ocurrió otra cosa mejor que preguntar, o casi afirmar, ¿Para qué ha nacido si va a morir? ¡Cosas de tortugas!

El “ser” es aquello que sostiene la vida, la esencia y naturaleza de algo, pero…si el ser humano se supone que posee un alma. ¿Por qué hay tantos sin ella?, ¿serán zombies?, ¿gente que no sabe que está muerta?

     Futura, mi mejor amiga, murió en 2014 y nació en 1879. Un día me dijo que los poetas eran los educadores del pueblo antes de que existieran los filósofos. Ella pasaba largas temporadas en el agua, bajo el mar escuchaba los latidos de la tierra. Yo aún estaba con la observación de las hormigas, sobre todo me centré en escuchar su entonación energética, aunque también la forma distinta en que se diversificaban. Por aquel entonces ella ya hablaba del cambio climático, aunque todo el mundo estaba muy ocupado con la globalización. Sí, también las tortugas nos enteramos de la libre circulación de capitales y de la sociedad de consumo. De hecho, y como consecuencia de ello, unos turistas me compraron en Tailandia, lo acabo de recordar. Soy lenta. 

     Cuando el precio del petróleo cae es que algo preocupante va a ocurrir, es curioso.   En el planeta todo está relacionado, el aleteo de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo, pequeños cambios pueden ocasionar consecuencias devastadoras. La teoría del caos tan compleja como el universo, causa y efecto, o mis patas que se convierten en aletas cuando quiero nadar.

     Creo que los años nos dan una cierta experiencia, a unas especies más que a otras. Algunas desaparecen y otras están en vías de extinción, como el pangolín, que antes de extinguirse por completo parece que quiere hacer justicia de su linaje mamífero. De él utilizan hasta las escamas. Desde agosto no hay pangolines, parece que se escondieron si es que todavía sobreviven. ¿Y los gorriones?, ¿dónde están los gorriones?, ¿han salido huyendo de las ciudades?... ellos que eran tan urbanos. —eso me dijeron.

     De todos los animales el peor es el humano, alguno se salva, conozco a unos cuantos. Dicen que están dotados de pensamiento, pero si este se sustenta en la soberbia, qué ceguera llevan en este gran ensayo que es la vida en la tierra. Los virus también están sometidos a ensayos, dicen que algunos son de laboratorios. Los más letales anidan en la maldad y en sus siete pecados capitales. En el cuerpo de todos los animales, incluido el humano, existen billones de virus y bacterias, somos sus anfitriones y con ello va nuestra información genética. Fue un virus el que originó la vida. El mismo útero materno está formado por microorganismos que al salir al mundo absorbe el ser que nace. Los coronavirus siempre han existido en el reino animal, lo saben bien los veterinarios y científicos. Esta vez han mutado fuertemente. Cuántas veces más han de hacerlo en estos tiempos en que nada es lo que parece. ¿Por qué estos virus están matando a los humanos?; ¿fue por error o intencionadamente?, ¿qué ocurrió en Wuhan?, ¿es un arma biológica?, ¿un virus remoto con 5G?, ¿quiere el gobierno chino ser el amo del mundo?, ¿y el de los EEUU pretende acabar con las civilizaciones más antiguas del mundo?, ¿la OMS gestiona bien el sistema sanitario mundial?, ¿cómo va la competitividad mercantilista entre laboratorios?, ¿es la propia naturaleza la que selectivamente obedece a sus patrones?  Demasiadas preguntas, lo sé.

     Son preguntas de una tortuga iletrada de 106 años. De tanto rodar y rodar me he convertido incluso en mal pensada. Ya no sé qué pensar sobre todo lo que pienso. En 1920, cuando ocurrió la gripe española yo era muy pequeña, no las hubiera planteado, las circunstancias temporales cambian.

Hay científicos que afirman que el coronavirus es el resultado del meteorito que impactó en China en otoño de 2019, que trillones de partículas virales infecciosas permanecen en el espacio y que pueden caer a la tierra cada determinado número de años. También existe la tesis de lo que ocurrió en una mina situada en la provincia de Yunnan, China: seis trabajadores enfermaron debido a la sobreexposición con heces de murciélago que debían de extraer del interior. Días después, tres de los mineros murieron, pero el virus ya viajaba por el aire poco a poco, paso lento pero seguro se iba extendiendo. Esto ocurrió en el año 2012. El médico que los atendió describió los mismos síntomas que hoy están asociados al covid19. ¿Puede esto señalar, inducir, o  ser la prueba que confirmase la selección natural como origen de las pandemias?

     Todo y nada es posible o imposible, ninguna pandemia hace a la gente mejor, los que mueren siguen su tránsito irremediable, los que sobreviven olvidan con facilidad, o no, no lo sé.

¿Qué hay problemas ecológicos?, ¿qué hay escasez de agua?, ¿qué arde la tierra?; Posponer el problema es la solución, y, por supuesto, la culpa la tienen los políticos, siempre la tienen ellos, ocurra lo que ocurra la responsabilidad individual nadie se la atribuye.

     Si los seres humanos desaparecieran de la tierra solo cinco años el planeta florecería. Sin los virus y bacterias, sin embargo, este no existiría. Esa es la diferencia, y con eso quiero decir que el planeta sabe cuidarse solo, por lo tanto la tierra no los necesita. También las tortugas necesitamos de este planeta azul. 

     Estamos en el final de una era, daremos comienzo a algo nuevo, la calidad de lo nuevo dependerá de la voluntad de muchos. La salud está relacionada directamente con el daño ambiental, la mutación del corid19 es el resultado del daño a la ecología. El covid19 es un mensaje de corrección en la forma de vivir. Y si el planeta gana todo irá bien. ¿Esto se acaba? Si, esto se acaba, palabra de tortuga. El mundo necesita otras coordenadas, una nueva forma de pensar y de mirar, una gran terapia que cure a una sociedad que ha olvidado el espíritu, el alma y la razón. Aristóteles decía que el ser humano es la suma de esas tres cosas, pero entonces no existían los mercados de valores, ni tampoco traficantes ejerciendo de embajadores de bancos. La verdad irremediable en la punta de narices esperando ser vista por ojos cegados de vanidad. Como tortuga diría que hay muchos dueños de nada, y mucha locura en la sopa, sobre todo en la de tortuga. Sobran plasmas y faltan paseos por campiñas de girasoles, demasiados influencers y pocos crepúsculos en diferentes posturas, mucho maquillaje discutiendo con neuronas inservibles.

Si fuese humana, ¿Qué clase de humana sería? Creo que intuitiva, lógica, y sensible…no lo sé, no sé nada. Soy una tortuga y las tortugas somos muuuuuuuuy lentas.

     Parece que han homologado el título de político, pocos se lo merecen. Solo actúan en base a su lucha de poder particular, unos contra otros, ni se oyen. Un político que se precie debe llevar como asunto prioritario las ayudas a la ecología. Si les preguntasen a algunos de ellos no sabrían ni la razón por la que se fundó la primera democracia del mundo. ¿Quién se atreve a comprobarlo? Pues para documentarlos les contaré lo que me contaron de oreja a oreja. Parece ser que cuando la tiranía acabó en Atenas en el siglo VI antes de Cristo (todo es antes o después de él, así deben de situarse los humanos, ¿qué pasó entonces en el año cero?...) se propuso una reforma. Los atenienses crearon una asamblea de ciudadanos para gestionar la política municipal, pero aun así continuaron las guerras. Siempre las ha habido, pareciera que resultasen necesarias. Actualmente han adoptado otras formas menos sangrentas, aunque también hay de estas últimas. Son un Lucifer siempre atento, ¿acaso para que la fe tenga el protagonismo que requiere todo poder?

     Una vez fui a una iglesia preciosa muy cerca del mar, el párroco me invitó a salir a toda prisa (prohibida la entrada de animales). Hizo lo mismo con un chico discapacitado psíquico (no se dice subnormal) que me acompañaba en pantalón corto, al parecer no era correcta su vestimenta. Los dos salimos a disfrutar del oleaje que es otra forma de rezar, conectar con la naturaleza. Nadie aprende de nada, de nada se aprende sin vocación de aprender. Yo me quedo en casa y sigo en ella, porque mi casa soy yo, porque la llevo conmigo. Atrás quedaron los abrazos gratis, dicen que fueron buenos tiempos. Hacia delante parece que está el futuro, no sé yo, puedo morir en cualquier momento, llevo mi propio ataúd sobre los hombros. —El viaje es otra cosa—. Incrédulos al debacle, más de un millón de muertos en este planeta que se llama Tierra, y los ojos que saben mirar dicen que este planeta azul necesita ser querido, solo eso, querido. El resto corresponde a los seres humanos.

     Si es un sueño la muerte, sueñan muchos en estos días…”Morir es dormir. ¿No más?, ¿y por un sueño, diremos, las aflicciones se acabaron y los dolores sin número, patrimonio de nuestra débil naturaleza?...”

Me voy a nadar un rato, lentamente, como a mí me gusta. Espero no tener que esquivar muchos plásticos.

Amanda Gamero

 

 

martes, 29 de septiembre de 2020

DÍAS DE REDENCIÓN DE TOMÁS SÁNCHEZ RUBIO

 


     La poesía es mucho más que un género literario de protagonismo estético. Se distancia del lenguaje cotidiano para buscar emociones remotas que nos proporcionan imágenes distintas a las que solemos ver, nos ayuda a mirar de otro modo al que estamos acostumbrados. Siempre digo que un poema es una historia comprimida que contiene un código de comunicación, podemos descifrarlo o creer que nuestra interpretación es aquella que el autor quiere transmitir, aunque no siempre sea así.                

     Cuando leo un poemario me gusta hacer una primera lectura, yo diría que a vista de pájaro, algo ligera, para situarme y obtener unas primeras impresiones “del poeta” (en este caso). Una vez que he sobrevolado el paisaje me adentro en esas historias como una espía en busca del motivo de la creación. Intento hallar el significado más próximo a la existencia de esas palabras situadas con esmero. Es una tarea que amalgama la experiencia vital del poeta y la mía propia al leer, por lo tanto, de esa gramática y arquitectura construyo mi realidad. Por supuesto habrá tantas como lectores.

     Mi lectura sobre el poemario de Tomás Sánchez Rubio, Días de redención, (2019, Ediciones La huida) me sitúa en las calles estrechas de su niñez, en la memoria infantil que se encuentra con el habitante liliputiense de aquella nación isleña de cuento. Lo que está claro es que Tomás consigue ordenar su mundo sobrevolando la patria de su niñez y su tierra, se redime en la memoria de los recuerdos. Porque la memoria, como la inocencia, tienen efecto retorno, como el flujo sanguíneo de vuelta al corazón.

     Él jura no volver a ser niño, pero al jurarlo se desdice con la misma rotundidad. En sus versos recuerda la copla del clavel como el olor humilde a calabaza, lo hace desde la voz que solo el amor puede traernos de la vida vivida. Deja palabras a su suerte en los libros que lee cuando el silencio le hace reconocer otros mundos imposibles. Acaricia al padre en la escultura, en los sueños, en las gardenias blancas, y en el pan de los domingos. Recuerda a la madre o madres en el nombre de Inés con su cara de lluvia, y en el de María, mujer trinchera. La claridad se la cede a los extraños amigos de verdad y a la siesta de la niña que juega a la vida incapaz de dormir. El insomnio y la despedida  para los corazones solitarios que duermen al raso, y las noches de paz a los ojos inquietos de niños colocando sus zapatos en las ventanas.      

     Curioso poema el llamado Nugae (cuestiones de poca importancia); lo relevante es lo sencillo en oposición a las “treinta monedas de Judas” o forma de traicionarse como conveniencia mutua entre dos. Y los paisajes, con su recia madera, con sus mirlos…escenario de padres a hijos, mientras llegan ocasos, siempre, —“bajo el ingrato e injusto sol de la memoria”—, hasta romperse la inocencia detrás de unos ojos miopes que observan el misterio que lo rodea.  El poeta adolescente descubre playas y se acerca a sus orillas, entiende que las fronteras son espuma; de un lado el agua, y del otro la arena. La puerta falsa de la casa grande con su patio de paredes blancas, y el otoño que buscaba salidas por su obligada carga de exámenes. Esencia, recuerdos de imágenes vivas, después de tanto después. Emociona visualizar a un poeta contando granos de arena en el cementerio Porte Sante. El joven contempla su propio nombre en un breve epitafio.

     Siempre subyace la nostalgia del ayer. Pero también ahonda en la necesidad actual de hallar algún salvador más allá de definitivos y definiciones, en el vacío desnudo de maltrechas almas —dice el autor.

     Tomás Sánchez Rubio consigue con Días de redención, redimirse en la memoria de los recuerdos desde la calle maltrecha de la infancia. Existe profundad en toda la obra; una puerta abre otra puerta y así hasta encontrarlo en la reflexión de la última batalla, en la de las calaveras y la resurrección: cosas mundanas —dice.

Los lectores de Días de redención tendrán la oportunidad de leer este poemario de gala que mantiene un puente entre pasado y futuro pero que está bien anclado en el presente.

     Los títulos de algunos poemas han servido a esta humilde lectora de tobogán de juego para comentar la interpretación de la lectura. Felicito a Tomás Sánchez Rubio por este excelente poemario que encierra el gran poeta que es, también por su calidad humana y por la humildad que posee, cualidad que debe tener el escritor de ley.

     Y como no me gusta hacer demasiadas entradillas literales de lo que el lector debe interpretar, solo destacaré parte del poema “Retorno a la inocencia”, que me parece memorable como tantos otros podía haber elegido:

Te dicen que en la vida

no te regalan nada;

que el cariño

hay que ganárselo

cada día con el sudor

del corazón.

Solo sé que lo difícil

se hizo sencillez

en el milagro cotidiano

que acontece y perdura

solo muy de vez en cuando

entre los seres que aman.

Tomás Sánchez Rubio se ha ganado mi cariño con el sudor de poemas como este.

 

 Amanda Gamero

 

 

domingo, 20 de septiembre de 2020

RESEÑA BREVE DEL POEMARIO "PALABRAS COMO VÉRTEBRAS".


Comienza el prólogo de Amanda Gamero a su poemario Palabras como vértebras (Ediciones Oblicuas, 2019) diciendo que “escribir es a menudo un dolor que abre heridas...”
Poesía rotunda en imágenes donde la realidad nos habla con humana sencillez. Lo pasado y lo vivido abren surcos profundos en la piel del alma con versos que son soles reverdecidos, témpanos de luz.
La existencia tal cual es. Toda una vida... Enhorabuena, amiga.

Tomás Sánchez Rubio

 

martes, 18 de agosto de 2020

RESEÑA DE "PALABRAS COMO VÉRTEBRAS" POR ISABEL PÉREZ ARANDA.



"Palabras como vértebras" de Amanda Gamero. Ediciones Oblicuas.

Cuando leo un poemario, me dejo llevar por la palabra, lo que me quiera contar. En segunda lectura atisbo conexiones agazapadas, que encuentra la manera de salir, esa sutil sincronía cobra sentido en "Palabras como vértebras" desde lo personal, se abre paso hacia la piel que zurce un corazón que sacude el dolor de los días. Mientras el buzón del tiempo acapara, trashumancias, sapos croando, tierra y regaliz, todo por un óvalo de luna, y pétalos que caen por el camino,
donde las margaritas soportan el dilema.
De costuras y pespuntes la memoria infantil, nexo materno que hilamos en nuestros versos.
Cada poema, a veces solo un verso, el instante preciso en que el jazmín se mece entre la hierba, y el silencio es un grito de horizontes presos, entonces sin prisa, esta lectura se cose por el llanto de la vida, por honrarla, por un tropel de palabras susurradas, por las mismas grietas donde todo el invierno cabe en tus ojos.
De seguro que una lectura en tiempo futuro, me traerá, algún que otro mar desconocido, un porvenir de fados, equivalencia de universos paralelos, esos que nos han conectado.

Pensar de otra manera, no me nace, cuando el verso se muestra, poco hay que decir, pues ese trance lo es todo.

De una lectora que siente.

Isabel Pérez Aranda



 

martes, 9 de junio de 2020

"PALABRAS COMO VÉRTEBRAS" DE AMANDA GAMERO, RESEÑA/PRESENTACIÓN EN EL LABERINTO DE ARIADNA.


 Ediciones Oblicuas. ISBN 978-84-17709-67-9

 



Recordando el 14 de Febrero, día de los enamorados y presentación de "Palabras como vértebras".


Bienvenida

Buenas tardes, amigos,  bona tarda, amics, socis, sòcies d’El Laberinto de Ariadna.

Hoy vamos a tener una tertulia poética muy “vertebrada”, ya que Amanda Gamero nos viene a presentar su ópera prima, el poemario, Palabras como vértebras, editado por Ediciones Oblicuas, dentro de su colección Alejandría Poesía. Un nombre el de esta colección que nos remite a un pasado clásico, a principios de armonía y equilibrio.

Y es que en la publicación de este libro parecen haberse conjugado los elementos: los que propiamente constituyen la obra y los circunstanciales -pero imprescindibles, porque hacen posible su edición−, para otorgar a este primer poemario de Amanda Gamero el carácter de elegancia impecable que tiene.

 

Semblanza biográfica:

Hoy damos la bienvenida a Amanda Gamero, nombre de pluma, que es el seudónimo de Inma Jiménez Gamero. Y todos los que hemos tratado a Inma -amiga y socia de El Laberinto desde hace años− conocemos su generosidad, su simpatía y su distinción natural. No obstante, hoy vamos a centrarnos en Amanda, con el permiso de Inma.

De Amanda podemos decir que es escritora vocacional y desde que tiene uso de razón va siempre con una libreta y un boli a mano, por lo que pueda pasar, aunque las nuevas tecnologías hayan incorporado el móvil a su utillaje de escritora.

 

Concepto de poesía:

Y es que para Amanda Gamero la literatura es y ha sido para ella una vía de escape, una manera de ampliar horizontes, de alcanzar otras percepciones, como ella misma dice, y muy bien, en su poema “Si supiese decir”, de Palabras como vértebras:

Si supiese decir

lo que siento,

diría caracola,

albatros,

justicia,

azul de paz,

venas de agua,

mar y espuma.

Un jilguero canta

en las caricias,

allí, suceden los versos.

Este poema contiene una estupenda definición de poesía, de la poesía tal y como la entiende Amanda, declaradamente lírica, porque nada mejor que el lenguaje poético de cada autor para explicar su propia obra.

 

Currículum literario

En cuanto al currículum de Amanda Gamero, podemos decir que Palabras como vértebras es su primer poemario, pero en 2014 ganó el primer premio del certamen poético “El Semillero Azul” y ha participado en diferentes antologías de la editorial Playa de Ákaba y Absolem Oruga Azul.

Aparte de poeta, es autora de relatos y miembro del Club Marina, un colectivo de escritores que ha publicado ya las colecciones de relatos tituladas: Los días lábiles (2016) y Lo demás son ciudades (2019).

Habitualmente también escribe en sus blogs: Te recuerdo Amanda y en Escritoras viajeras, en este último junto a otras escritoras.

  

La poesía de Amanda Gamero

He de reconocer que presentar Palabras como vértebras, me ha dado la oportunidad de acercarme de verdad a la poesía de Amanda Gamero, que, todo hay que decirlo, solo conocía por algún poema suelto que nos había recitado en las sesiones de micrófono abierto y por algún otro sitio en la red, pero, en cualquier caso, no dejaba de ser un conocimiento muy somero sobre su trabajo.

Por tanto, soy totalmente sincera cuando digo que la poesía de Amanda Gamero me ha sorprendido, y mucho, porque en los poemas de Palabras como vértebras me he hallado con versos llenos de ímpetu, con metáforas brillantes, contenidos en versos cuidadosamente dispuestos. Y no porque formalmente estos versos se atengan a una métrica -ya que la poesía de Amanda Gamero sigue el esquema del verso libre−, sino porque en ellos es palpable su atención al detalle, a la palabra precisa, a la creación de un poema donde forma y fondo se entrelazan para formar un todo interconectado entre sí. Como debe ser en la buena poesía.

Hace algún tiempo, Mónica Ivulich (quien hoy, desgraciadamente, ya no está entre nosotros) hizo una entrevista a Amanda Gamero para su blog. En ella queda patente cómo la aspiración de Amanda es trascender con palabras la realidad más inmediata. De hecho, nuestra tertulia lleva por título: “Lejos del lenguaje cotidiano” tal como Amanda define la expresión poética. 

Y a esto yo añado que para conseguirlo es necesario utilizar estas palabras, el lenguaje poético con pericia, con la precisión de un cirujano que conoce su materia prima, que sabe por dónde cortar, cómo restañar la palabra herida y en qué lugar debe coserse ese verso, sin que se advierta el pespunte, sino que el resultado tenga el primor de una labor; acabe formando un paisaje sugerente, lleno de evocaciones, tal y como sucede en este poema que nos habla también de costuras:

Siempre escuché hablar a mi madre

de costuras y pespuntes.

Ella cosía con su Singer

y la tarde se vestía de luna.

Yo odiaba a la aguja enrabietada

por temor a que cogiera sus dedos.

Mi madre, sin querer,

no me hizo libre;

me sostuvo entre hilos

y enjambres de telas.

Desde la buhardilla del ático,

observatorio de mi utopía,

lanzaba el alma a las estrellas,

dintel de un firmamento rebelde.

Nueva York, Boston,

tambores de libertad,

Walt Whitman en todas las hojas del otoño.

-Mi madre ya no cose, y hoy me pregunta

si existe la eternidad detrás de alguna ventana−.

 

‘Palabras como vértebras’

Centrándome en el poemario que hoy presentamos, Palabras como vértebras, en su estructura y composición, debo decir que Amanda Gamero ha seguido un esquema basado en los cuatro elementos: aire, tierra, agua y fuego, en este orden. De acuerdo con este principio, con las cualidades que a estos elementos otorgó Paracelso en el siglo XVI -una teoría que se ha vuelto recurrente- Amanda  organiza su poemario.

Preliminares

Previamente, sin embargo, encontramos un preludio (escrito por la autora) y una cita de Walt Whitman (extraída de su poemario-emblema Hojas de hierba). Ambos textos nos preparan para el contenido que viene después.

En la cita de Whitman se habla de los cuatro elementos, que la autora ha utilizado como hilo conductor para estructurar su libro, al mismo tiempo que se alude al valor de la palabra.

Y, a modo de epílogo, leemos al final del poemario un texto de Felipe Sérvulo, titulado “¿Palabras?”, en el que se hace hincapié en la “verdad” de la poesía de Amanda. En opinión de Felipe, es una poesía que “prevalece en los rincones”. También este epílogo habla de “sencillez” y de poesía para compartir. Y que son las palabras las que aguantan la estructura de la vida, concepto muy importante que justifica el título del poemario y que yo comparto.

Algo destacable en Palabras como vértebras, es cómo cada apartado va precedido de una cita que explica, anticipa de algún modo, lo que viene después.

1)  En su primera parte, el aire, el título es: “Del aire y las ideas”, y va precedida por una cita de María Zambrano, Doña María Zambrano, como la llamaba Camilo José Cela. Una cita reveladora del pensamiento poético de Amanda.

Aquí nos encontramos el primer poema, el que da título al poemario, con el que comparte título, en el cual advertimos una evolución: del estado de la materia: “Solo la piel me dice que estoy aquí”, se va evolucionando hacia un estado de introspección que acaba ahondando en el interior de la poeta, para acabar con el verso que nos cuenta: “Me encierro en mí que soy mi casa, / llego hasta el alma de este desierto / y encuentro palabras como vértebras.”

En general, en los poemas de esta primera parte abundan las flores, los animales (insectos, murciélagos, ratones). Pero también hacen acto de presencia la luna, los astros, en un discurso existencial que plantea el antagonismo entre el ideal al que aspira la poeta y la realidad: “No hay distancias en el cruce / de dos direcciones opuestas.”

Un cierto tono onírico, misterioso, envuelve esta poesía, con acento surrealista:

 

Subir en avión un día transparente

que las nubes tengan forma de arteria,

y que alas gigantes,

blancas y amarillas,

crucen ese azul,

que bien pudiera ser el de tus ojos.

 

2)  La segunda parte corresponde a la tierra y se titula: “Heredamos la tierra”. Va precedida de una cita de Miguel Hernández.

La presencia de la muerte es constante en esta segunda parte, también el recuerdo y la añoranza de los seres queridos: el padre, la madre, la mascota Shuka (poema “Shuka”, pág. 52).

La desazón vital alcanza a toda la humanidad, y Amanda se solidariza con los muertos de Nepal, de Siria, donde la guerra produce devastación. Aparece recurrentemente una preocupación social que la apega a esa “tierra” a la que alude el título de esta parte. La desesperación impregna la voz poética y clama por la injusticia y la impunidad en que nos vemos sumidos, como queda patente en este fragmento del poema “Nepal medita muerte” (pág. 54):

           

 

            Las casas son bocas que mastican muerte…

            mientras mueren y siguen muriendo;

            los muertos lejanos,

            que antes de morir ya lo estaban.

Me gusta y me parece tremendamente eficaz el modo en que Amanda resuelve poéticamente lo terrible de la situación, mediante esa paradoja, que contiene la incongruencia temporal de “morir lo que ya estaba muerto” y que nos obliga a reflexionar.

Para mí este tipo de recursos poéticos (la paradoja, la antítesis) es uno de los aciertos de su poesía, no solo por la intensidad lírica que aportan, sino por la profundidad y el acento de misterio que transmiten a sus versos.

 

3)  La tercera parte, la del agua, se titula “El agua que se escapa”, y esta vez va precedida de una cita de Gloria Fuertes, que incita a la acción poética: “Poetas, no perdamos el tiempo, trabajemos, que al corazón le llega poca sangre.”

 Sin embargo, esta es la sección del dolor: lágrimas, tristeza, incluso angustia. Andanadas de pena con H2O. Unas veces es el yo poético quien se expresa; en otras ocasiones se alude a terceras personas, pero con igual carga emotiva. Predomina la melancolía, no complaciente, no conformista, sino una tristeza que arrasa el yo poético, en profundo desacuerdo existencial.

Destaco el poema que abre este apartado, titulado “Séptimo intento de suicidio”, que, además, va con dedicatoria (pág. 65). Estremece por la historia que narra: “¿Qué te cuento que no duela / mientras acaricio tu pelo negro” y más tarde: ”-Solo fue uno entre siete intentos-“

 

4)  La cuarta y última parte es la dedicada al fuego. Su título es: “Esencia del fuego”, precedida de una cita de Pablo Neruda, con sentido panteísta.

A modo de colofón, el fuego inflama los versos de Amanda. Hay amor, pasión, recuerdos encendidos: “Soy la bruja buena del aquelarre de tus labios” (“Aquelarre de tus labios”, pág. 91).

No obstante, este mismo fuego que arrebata de felicidad al yo poético, es también comburente para las elegías con las que cierra el poemario: “Apodemia” e “Inmanente a los dos”, dedicados a Mónica Ivulich y Enrique Clarós, respectivamente.

Nuevamente, en el poemario, y en esta cuarta y última parte, lo antagónico hace acto de presencia, y del amor pasamos a la desolación.

 

 

Conclusión:

Quizás el mensaje final de Palabras como vértebras quiera expresar cómo nuestra vida transcurre sobre una delgada línea que nos eleva al aire o nos incendia (para bien o para mal), y que al final sea la palabra, en su función de columna vertebral, la que nos mantenga en pie.

Creo que para Amanda Gamero así es.

Los elementos que tradicionalmente constituyen la “vida” están presentes en estas Palabras como vértebras, y seguir el curso de sus versos es adentrarse en su alma. 

Yo os recomiendo su lectura, y aplaudo la sincera emoción de todo el poemario, así como la creatividad, hondura y originalidad de su obra.

 

          Dolors Fernández 
Presidenta de El Laberinto de Ariadna 

jueves, 9 de enero de 2020

RESEÑA DE PALABRAS COMO VÉRTEBRAS (ED. OBLICUAS). Publicado por Mercedes Gascón en la Revista Poémame.


                                                                                                                                                                                     

Palabras que se engarzan como vértebras que conforman esa invisible columna vertebral que nos sustenta, que nos conforma.
El poemario está estructurado en cuatro partes, correspondientes a los cuatro elementos, y que se inician con una cita de un poeta: María Zambrano para el aire, Miguel Hernández para la tierra, Gloria Fuertes para el agua y Pablo Neruda para el fuego.
AIRE: contiene los poemas más intimistas, de reflexión sobre ella misma y que rezuman un cierto dolor existencial.
TIERRA: como dadora vida y receptora de muerte. Nos habla la autora aquí de las raíces, de la familia, de la amistad; también de esa muerte que
trasciende la vivencia personal: las guerras, las personas desarraigadas…

AGUA: donde se hace más patente la presencia nombrada del elemento. Lágrimas, escarcha, rocío, lluvia, lago, río, burbuja, sobre todo lágrimas…
La tristeza mayor, que contrasta con la cita de Gloria Fuertes: “ Poetas, no perdamos tiempo, que al corazón le llega poca sangre”. Pero ese contraste está en la personalidad de Amanda, mujer de acción, capaz de todas las organizaciones y en quien se vislumbra el deje de un poso esencial de
tristeza.

FUEGO: encontramos en estos poemas el amor más pasional, el más disfrutado.
La poesía de esta autora es clara, directa muchas veces, pero otras se va por los caminos de esa poesía pura de la que habla la cita de María Zambrano, esa poesía que constituye otra forma distinta de comunicación, la única radicalmente verdadera, que utiliza las palabras, sí, pero en la que el
lenguaje se aparta del orden lógico del pensamiento racional y de su capacidad de engaño. A veces es una imagen:

“… el silencio es un árbol
y pone en mis manos manzanas verdes.”
“Los ojos sin techo se reflejan
en un horizonte de luces endiabladas.”

Para seguir leyendo  https://revista.poemame.com/2020/01/06/palabras-como-vertebras-de-amanda-gamero-ed-oblicuas/?fbclid=IwAR3H8NkrDl5ExgwE_i_RTuiI9QZVgb_WE1r2hFgu08kPQCEHsjy

martes, 10 de diciembre de 2019

PALABRAS COMO VÉRTEBRAS

    
El día cuatro amaneció muy lluvioso y no aminoró, no, todo lo contrario, fue en aumento. A medida que se acercaba la hora, más llovía. Ya era consciente del peso del agua en mi poemario. Mercedes también me lo recordó por la mañana, justo cuando parecía que en cualquier momento dejaría de llover. —Es curioso, quería hacer bastante hincapié en la tercera parte de tu poemario, El agua que se escapa, creo que tiene mucha importancia en el conjunto...con este día parecerá un chiste —dijo ella, casi sin querer pronunciarlo.  Y así lo hizo, tal como me había dicho por la mañana. Y mientras lo exponía con la brillantez de saberse las lecciones, sobre todo las de la vida cuando llueve, aún llegaban amigos y familiares mojados sin compasión. 
    La entrada de la biblioteca Gòtic-Andreu Nin de La Rambla era una gran antesala de paraguas de colores limpios. El suelo resbaladizo brillaba. 
El agua es purificadora, limpia y nutre, como los ríos vibra por la corriente de los sentimientos. El agua es vida que vive. 
    Mercedes Gascón Bernal y Margarita Espuña presentaron Palabras como vértebras, mis dos mañas como yo las llamo. Mujeres fuertes mis amigas, como las mujeres de Aragón (ahí siempre me encontraréis: impulsando los referentes femeninos). La primera lo hizo desde la parte más literaria y como poeta, la segunda introdujo ciencia y poesía girando alrededor del conocimiento. Y ahí estaba yo, con mi cabeza en el cristal y en el aguaceros; en los que acudían tarde, en los que no llegaban a tiempo, en los no pudieron llegar, y en Palabras como vértebras, pero ahí ya hacía muchos años que me resguardaba.   
    Todo pareció real, las palabras pudieron con el vértigo y un equilibrio de ficción sostuvo mis vértebras entre la espalda y el pecho, entre el sentido de la vida y de los afectos. 

    Gracias a la Biblioteca Gòtic Andre-Nin por la acogida, a Alberto Trinidad y a Ediciones Oblicuas por creer en mi, a Mercedes Gascón y a Margarita Espuña por la presentación de la amistad y la poesía, a Felipe Sérvulo por ¿Palabras? y por todo lo que encierra la pregunta. A Mar Montilla por regalarme lo mejor de ella; a mis amigas de la infancia y hasta siempre, a Club Marina por salvarme del hundimiento, a mi familia porque gracias a ellos soy este ordenado desorden, a mis rubias y a los jueves de terapia. A la amistad sin fronteras, a los amigos de tus amigos porque también ellos son mis amig@s, a Aunando Artes y a Ceci Rodríguez por la hermandad, a Escritoras viajeras por acompañarme en la aventura de dar voz a las mujeres en la literatura y a través del mundo. A Enrique Clarós porque encabeza uno de mis poemas con una de sus obsesiones, a mi gran amiga y maestra Mónica Ivulich porque gracias a ella entendí, como Apodemia, que debo seguir con la compañía de quienes llegarán. Por último a todos los que me escribieron desde muchas partes, y que fueron tantos que no pude responder hasta bien pasada la tarde del jueves.