martes, 24 de febrero de 2015

HAY BALAS

FOTO PROPIA

HAY BALAS

Hay balas que impactan contra mí,
son aquellas que se pierden,
encuentran la ventana de mi casa
y pasan junto al café de la mañana.
Se convierten en mudas calaveras,
noticias cargadas de ojos de letanía,
manitas inocentes que no saben
de explotación ni de miserias.
Hay balas que impactan contra mí

y yo he de continuar tomando mi tostada.

Inmaculada Jiménez Gamero
24 de Febrero de 2015
SafeCreative


jueves, 19 de febrero de 2015

"ABSOLEM" ANTOLOGÍAS DE POESÍA Y RELATO (2013-2014)

                

Me gusta ir dejando huellas sutiles, pisadas en la arena que te recibe débil y después se crece con el agua. Me gusta recibir la caricia inesperada y encontrar en el camino mi humilde palabra, sin forzar el parto para que nazca el hijo.  Me gusta que el cartero llegue a mi casa y deje dos presencias de esas huellas indelebles que dejaré aquí en la tierra. Así quiero que sea.  Así seguiré llenando botellas de mensajes y las seguiré lanzando al mar,  por si alguna vez llegan a la playa de otra melancolía.   Gracias “Absolem”, La Oruga Azul, Dori, Carmen, compañeros, y todos los que han hecho posible estas dos antologías de poesía y de relato en las que participo, por hacer posible que esas huellas queden marcadas.

domingo, 1 de febrero de 2015

A ESTA HORA DE LA TARDE LA LLAMO VIOLETA.

FOTOS PROPIAS

A esta hora de la tarde la llamo violeta. Es justo antes del crepúsculo vespertino que culminará con la puesta de sol. A esa hora la luz no tiene secretos, se difunde por el aire penetrando en  las moléculas que reverberan en todo su contorno. Las tejas son más rojas, el aire es transparente, los cristales resplandecen como si fuesen plata nueva. La calma se mantiene como una balanza sosegada de plumas grises, y los pájaros se detienen en la inverosímil y minúscula rama, sin miedo a que esta pueda romperse. El sol penetra entre las nubes y los colores primarios, rojo y azul del astro y del cielo, lo tiñen todo de sensaciones. Tiñen mis ojos y mi corazón que también es violeta, como la sangre lo es, y como lo es mi tristeza.  

A esta hora de la tarde la llamo violeta. Es justo antes del crepúsculo vespertino que me anunció que iba a ser madre en pocas horas. Mi hijo o hija ya venía para ocupar mis brazos,  le esperaban patucos de crochet de dos colores, y peleles de algodón blancos y azules.  A esa hora de la tarde la niña que fui silenció su voz para huir de todo lo que temía, y creció la mujer que a golpes de amor se convirtió en alguien difícil de derribar, y que quiere escribir su historia de madre adolescente siempre que revive el violeta de la tarde.