martes, 24 de enero de 2017

EL LIBRO DE LAS CIRUELAS TIBIAS (Jorge Novak Stojsic)


Es habitual que se queden tareas por hacer de un año para otro, pero los buenos libros no entienden del tiempo que es implacable con lo humano, y se dejan querer; durante, después, siempre.
Conozco a un poeta uruguayo en Barcelona capaz de autodefinirse como verseador del sur. A su propia definición se le acomoda bien reproducir lo que escribió su compatriota Mario Benedetti: […] y hay quienes se desmueren/ y hay quienes se desviven/ y así entre todos logran/ lo que era un imposible/ que todo el mundo sepa/ que el Sur también existe.
Jorge escribe sin mayúsculas, a las que destierra aunque nombra llamándolas: encantadoras damas, elegantísimas señoras.
Primero me pregunté por qué no las utilizaba, después llegó la duda de si sus versos las requerían, por último confirmé que no le resultaban necesarias. Su vuelo es humilde, suave, casi no roza el aire por miedo a herirlo: esas son las razones.  
Jorge Novak Stojsic es el autor del poemario    el libro de las ciruelas tibias
Poeta nacido en Montevideo que mantiene el lema de su gente: “con libertad ni ofendo ni temo”. Conozco a un poeta afincado en Castelldefels que le habla al mar de esta manera[…] montaré guardia/ a tu puerta/ asustando a los intrusos/ amante marina mía. 

Jorge Novak; nombre compuesto, mitad español, mitad probablemente de origen esloveno. Novak; nuevo -quienes llegaban por primera vez a un pueblo-, y que pudiera ser de procedencia italiana o griega. Su primer apellido, Stojsic, croata o serbio, países de la antigua y disuelta Yugoslavia, y Sarac de ascendencia turca.
Cabos sueltos que me he permitido atar, aun desconociendo si son del todo ciertos o verdaderos. Puede que no sea más que un intento de buscar en la tela de araña de un hombre grande, de pelo largo y cano; que intuyo rizado y oscuro en otros tiempos, que cala su gorra de comandante,  que porta calor tímido en la mirada, y frío de invierno en las manos.  

Quién sabe los registros akásicos de este poeta venido de tantas partes, de su memoria sensorial desde el inicio de los tiempos, implantada en otra realidad incorpórea, pero que ha ido tomando cuerpos y lugares, voces y razones distintas.
Escribe a Montevideo como su fuese su amante y amiga, rememorara las tardes de octubre, los plataneros y los tangos de su ciudad, desde un rincón pequeño del mediterráneo. Canta al universo femenino, desde todos los huecos posibles; desde la lejanía, la sensualidad, la nostalgia, la soledad misma… el cosmos de la mujer siempre lo acompaña.  

Añoranzas y placeres que a través de las ventanas de sus ojos sigue mirando como un eterno enamorado.
Él se desnuda olvidándose de la casa que lo alberga y nombra los azules y naranjas, coloreando  estados de ánimo de felicidad, la suya, la que le despiertan emociones encerradas en los cajones de su vida. Abrirlos y cerrarlos para escribir versos libres de artificios.
Como si fuese cierto que la palabra amor significase -sin muerte-, escribe: amor mío/ si un día tienes tiempo/ avísame con una inclinación de arboledas/ cuando no haya viento/ así sabré que eres tú quien baja los ojos hasta mi huerto.
Nombra con frecuencia ese pigmento del pasado, el sepia, el de los recuerdos cristalizados por fotografías antiguas que regresan del -no olvido-. Colores sepias envolviendo su presente por las esquinas de su vida .

El poeta solitario, la maravillosa intimidad que lleva la mano de Jorge a escribir: cuando encuentren/ mi carbono catorce/ y pegada a mis huesos/ flote la información/ de mi familia/ mis amigos/ mis amantes/ quizás/ una dama de laboratorio/ elevada/ a las cuarenta y cinco mil/ potencias del tiempo/ se enamore/ de los versos/ que aún laten amontonados/ en mi adn.  
Distinguido poeta, yo sí que escribo tu nombre con mayúsculas, porque te he sentido, porque cada uno de tus poemas encierra una historia verosímil, un pasaporte a los registros de tus vivencias, a los escenarios de una vida comprometida con las credenciales del amor en todos sus términos.
el libro de las ciruelas tibias, una declaración de amor compuesta por cuatro partes, -golpe a golpe, verso a verso-, como diría nuestro insigne poeta sevillano Antonio Machado (siguen los ecos del sur).

1—De otoño, amores y paraguas. 
2—Del tiempo, silencio y soledades. 
3—De carencias, recuerdos y nostalgias. 
4—Del ahora y el mañana. 

Jorge Novak Stojsic: caminante.

2 comentarios:

  1. No hay comentarios, pone antes de escribir yo el mío, pues ahora si lo hay, y lo que pone es que la reseña me ha encantado, como también me encanta Inmaculada Camero, y Jorge Novak. Precioso el poemario, preciosos vosotros dos.

    Un beso

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    1. Muchas gracias!! Fabian, tan atento...tan buena persona...

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