lunes, 18 de enero de 2016

HAY PAÍSES QUE SE QUEDAN EN LOS BOLSILLOS

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TÚNEZ

Hay países que se quedan en los bolsillos, escondidos entre la tela púrpura del alma y la piel de las horas que se alargan indelebles. Liberan sustancias milenarias y volatilizan sus activos naturales, dosificando un efecto memoria que se espolvorea caprichosamente, de vez en cuando, y sin avisar.  
Lluvia de estrellas; lunas de oriente, escorpiones encerrados en capsulas de vidrio, dunas movedizas que ondulan a su antojo el paisaje, hombres azules, alfombras multicolores tejidas por manos desabridas pero afables. Tenaces palmeras que rozan el cosmos, y alargan sus ramas deseosas de abrazar cielos, donde perduran estrellas privilegiadas de luz.  
Tamerza y su gran cascada permanece en la lingüística de un sentimiento de paz imperecedero. La belleza lejana de La Cordillera del Atlas. El tren Lezard Rouge llegando hasta Tozeur, todo un símbolo colonial que durante años estuvo abandonado, pasea por un cañón de colores rojos o garganta de tierra seca, desplazando a sus viajeros a otras épocas, como si de un sueño se tratase, en un mítico y balanceante recorrido.
Los dientes de niños pobres sonríen como si fuesen ricos, córneas sabias que antes fueron rosas del desierto. Dátiles que se reparten en cestas, ofrendas valiosas de dulzor inigualable, pestañas curiosas que se balancean sobre azabaches de cristal,  comisuras dulces de sonrisas. 
Sin prisa en la estación, sin prisa en el camino, que la prisa mata, como diría mi amigo Zhuair.   La vida que te lleva, la que va contigo y que allí dejas para siempre, la parte que renace y que recuerdas después como resorte de memoria.
Lancé deseos en el Lago Rosa de sal, “Clott El Djerid”, inmensidad sobrenatural, capaz de liberarte de cargas y de curtir el alma de inmortalidad.
Chebika es contar un cuento, es un oasis revivido después de entender la existencia de la palabra espejismo. Presenciar el fenómeno es magia y no existe gramática que pueda poner orden a tal emoción y sentimiento.
Todo es silencio aunque escuchas tu propia voz,  el diálogo interior que te acompaña con sus propios ríos y cascadas. Matmata, casi en las puertas del desierto del Sahara, árido, lunar, de cavernas trogloditas milenarias, que construyeron para escapar de las inclemencias del tiempo. Submundos bellos, formas de vida agradecida y hogareña, colchas de colores sobre camas de broza que a metros de profundidad parecería imposible que estuvieran ahí.
El sol crepuscular penetra en la atmósfera y sus rayos se dispersan, provocan unos efectos de luz de inigualable belleza, que subyugan el espíritu y que dictan mensajes, pero también suscitan preguntas existenciales. Hammamet o ciudad de los jazmines, collares con la materia prima de sus flores, mar mediterráneo que emborracha de azul su piel costera. Llegar a la ciudad de Douz y tomar té de menta es un placer para los sentidos; dulce, caliente, aromático, y a la vez refrescante. Curiosamente, el calor del cuerpo toma como referencia la temperatura del exterior, si nuestro cuerpo eleva su temperatura, la diferencia entre la temperatura interior y exterior será menor, y la sensación de calor disminuirá. Placeres sencillos de una vida sencilla.
Desiertos y playas, montañas y oasis; monumentos romanos con bellos museos, antiguas medinas, murallas que encierran mezquitas, zocos y cafés, donde la vida transcurre como hace cientos de años.
Un impresionante palmeral de miles de palmeras, es la mejor forma de disfrutar de la sombra hasta llegar a la primera duna. 
¿Cuántos misterios esconde el desierto? Refracciones, temperaturas, nacer, morir, comienzo, fin.  Pueblos, lugares de África que están en el origen de la vida. Ella sabe quiénes somos; somos parte de la misma inmensidad, de la sobrenatural naturaleza, somos parte de la piedra, de la sal, el agua, del sol, la luna, las estrellas, y los siglos.

Inmaculada Jiménez Gamero
18 de Enero de 2016

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4 comentarios:

  1. Una maravilla en prosa que me llevo a ese terreno en que nuestras memorias te transforman internamente...

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  2. Qué belleza, en tus palabras, en las imágenes evocadoras y el espíritu con el que las revistes. Dan ganas de volver.

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  3. Qué belleza, en tus palabras, en las imágenes evocadoras y el espíritu con el que las revistes. Dan ganas de volver.

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  4. He volado con tus palabras a miles de kilómetros, después he tenido que parpadear varias veces para volver de ese paraíso que también describes. Sencillamente hermoso, solo esa palabra se me ocurre. Gracias por compartirlo, eres muy generosa.

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